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  • y Jacob actuó a hurtadillas de Labán el arameo, no dándole ningún indicio de que se fugaba. (Génesis 31, 20)

  • Al tercer día recibió Labán la noticia de que Jacob se había fugado. (Génesis 31, 22)

  • Pero aquella noche vino Dios en sueños a Labán el arameo y le dijo: «Guárdate de hablar nada con Jacob, ni bueno ni malo.» (Génesis 31, 24)

  • Alcanzó, pues, Labán a Jacob. Este había plantado su tienda en la montaña y Labán plantó la suya con sus hermanos en la misma montaña de Galaad. (Génesis 31, 25)

  • Y dijo Labán a Jacob: «¿Qué has hecho? Has actuado a hurtadillas de mí y te has llevado a mis hijas cual cautivas de guerra. (Génesis 31, 26)

  • Hay poder en mi mano para hacerte mal: pero el Dios de tu padre me dijo ayer noche: "Guárdate de hablar a Jacob absolutamente nada, ni bueno ni malo." (Génesis 31, 29)

  • Respondió Jacob a Labán: «Es que tuve miedo, pensando que acaso ibas a quitarme a tus hijas. (Génesis 31, 31)

  • Pero eso sí, que aquel a quien le encuentres tus dioses no quede con vida. Delante de nuestros hermanos reconoce lo tuyo que yo tenga y tómatelo.» En efecto, Jacob ignoraba que Raquel los había robado. (Génesis 31, 32)

  • Entró Labán en la tienda de Jacob, en la de Lía y en la de las dos criadas, y no halló nada. Salió de la tienda de Lía, y entró en la de Raquel. (Génesis 31, 33)

  • Entonces Jacob, montando en cólera recriminó a Labán, y encarándose con él le dijo: «¿Cual es mi delito? ¿Cuál mi pecado, que me persigues con saña? (Génesis 31, 36)

  • Respondió Labán y dijo a Jacob: «Estas hijas son mías, estos hijos son mis hijos, y estas ovejas mis ovejas, todo cuanto ves, mío es. Y, ¿qué voy a hacerles hoy a estas mis hijas?, ¿o a los hijos que me dieron? (Génesis 31, 43)

  • Jacob tomó una piedra y la erigió como estela. (Génesis 31, 45)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina