Gefunden 155 Ergebnisse für: muralla de Jericó

  • Sade. ¡Clama, pues, al Señor, muralla de la hija de Sión; deja correr a torrentes tus lágrimas, durante día y noche; no te concedas tregua, no cese la niña de tu ojo! (Lamentaciones 2, 18)

  • El príncipe que está en medio de ellos cargará con su equipo a la espalda, en la oscuridad, y saldrá; horadarán la muralla para hacerle salir por ella; y se tapará la cara para no ver la tierra con sus propios ojos. (Ezequiel 12, 12)

  • No habéis escalado a las brechas, no habéis construido una muralla en torno a la casa de Israel, para que pueda resistir en el combate, en el día de Yahveh. (Ezequiel 13, 5)

  • Sobre la ciudad se precipitan, corren por la muralla, hasta las casas suben, a través de las ventanas entran como ladrones. (Joel 2, 9)

  • yo enviaré fuego a la muralla de Gaza, que devorará sus palacios; (Amós 1, 7)

  • yo enviaré fuego a la muralla de Tiro, que devorará sus palacios. (Amós 1, 10)

  • yo prenderé fuego a la muralla de Rabbá, que devorará sus palacios, en el clamor en día de combate, en la tormenta en día de huracán; (Amós 1, 14)

  • Se da la voz a los bravos; en su marcha se entrechocan; se apresuran hacia la muralla y se prepara el parapeto. (Nahún 2, 6)

  • ¿Eres acaso tú mejor que No Amón, la asentada entre los Nilos, (rodeada de aguas), cuya barrera era el mar, cuya muralla las aguas? (Nahún 3, 8)

  • Y yo seré para ella - oráculo de Yahveh - muralla de fuego en torno, y dentro de ella seré gloria.» (Zacarías 2, 9)

  • Cuando salían de Jericó, le siguió una gran muchedumbre. (Mateo 20, 29)

  • Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. (Marcos 10, 46)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina