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  • interponiendo tres jornadas de camino entre él y Jacob. Este último apacentaba el resto del rebaño de Labán. (Génesis 30, 36)

  • Y le dijo: «Vuelve a meter la mano en tu pecho.» La volvió a meter y, cuando la sacó de nuevo, estaba ya como el resto de su carne. (Exodo 4, 7)

  • Si a la mañana siguiente sobra algo de la carne o del pan de la investidura, quemarás este resto; no ha de comerse, porque es cosa sagrada. (Exodo 29, 34)

  • El resto de la oblación será para Aarón y para sus hijos, como porción sacrastísima del manjar abrasado para Yahveh. (Levítico 2, 3)

  • El resto de la oblación será para Aarón y para sus hijos, como porción sacratísima del manjar abrasado de Yahveh. (Levítico 2, 10)

  • los dos riñones y el sebo adherido a ellos y a los lomos; y el resto que cubre el hígado; quitará todo este sebo junto con los riñones. (Levítico 3, 4)

  • los dos riñones y el sebo adherido a ellos y a los lomos, y el resto que cubre el hígado; quitará todo este sebo junto con los riñones. (Levítico 3, 10)

  • los dos riñones y el sebo adherido a ellos y a los lomos; y el resto que cubre el hígado; quitará todo este sebo junto con los riñones. (Levítico 3, 15)

  • los dos riñones y el sebo adherido a ellos y a los lomos, y el resto que cubre el hígado; quitará todo este sebo junto con los riñones, - (Levítico 4, 9)

  • Pondrá parte de la sangre en los cuernos del altar que se halla ante Yahveh en la Tienda del Encuentro, y derramará el resto de la sangre al pie del altar de los holocaustos, situado a la entrada de la Tienda del Encuentro. (Levítico 4, 18)

  • Rociará con sangre de la víctima el lateral del altar, y el resto de la sangre será exprimida al pie del altar. Es un sacrificio por el pecado. (Levítico 5, 9)

  • los dos riñones y el sebo adherido a ellos y a los lomos, y el resto que cubre el hígado; se quitará todo este sebo junto con los riñones. (Levítico 7, 4)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina