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  • era hijo de una viuda de la tribu de Neftalí; su padre era de Tiro; trabajaba en bronce y estaba lleno de ciencia, pericia y experiencia para realizar todo trabajo en bronce; fue donde el rey Salomón y ejecutó todos sus trabajos. (I Reyes 7, 14)

  • Jiram hizo los ceniceros, las paletas y los acetres. Jiram terminó de hacer toda la obra que el rey Salomón le encargó que hiciera para la Casa de Yahveh: (I Reyes 7, 40)

  • los ceniceros, las paletas y los acetres. Todos estos objetos que hizo Jiram al rey Salomón para la Casa de Yahveh eran de bronce bruñido. (I Reyes 7, 45)

  • Puso Salomón todos los objetos que había hecho en la Casa de Yahveh; el altar de oro y la mesa de oro sobre la que se ponían los panes de la presencia; (I Reyes 7, 48)

  • Así fue concluida toda la obra que hizo el rey Salomón para la Casa de Yahveh; Salomón hizo traer todo lo consagrado por David su padre, la plata, el oro y los objetos, y lo puso en los tesoros de la Casa de Yahveh. (I Reyes 7, 51)

  • Entonces congregó Salomón a los ancianos de Israel en Jerusalén para hacer subir el arca de la alianza de Yahveh desde la ciudad de David, que es Sión. (I Reyes 8, 1)

  • Se reunieron junto al rey Salomón todos los hombres de Israel, en el mes de Etanim, (que es el mes séptimo) en la fiesta, (I Reyes 8, 2)

  • El rey Salomón y todo Israel con él sacrificaron ante el arca ovejas y bueyes en número incalculable e innumerable. (I Reyes 8, 5)

  • Entonces Salomón dijo: «Yahveh quiere habitar en densa nube. (I Reyes 8, 12)

  • Salomón se puso ante el altar de Yahveh en presencia de toda la asamblea de Israel; extendió sus manos al cielo (I Reyes 8, 22)

  • Cuando Salomón acabó de dirigir a Yahveh toda esta plegaria y esta súplica, se levantó de delante del altar de Yahveh, del lugar donde se había arrodillado con las manos extendidas hacia el cielo, (I Reyes 8, 54)

  • Salomón sacrificó, como sacrificios de comunión que ofreció en sacrificio a Yahveh, 22.000 bueyes y 120.000 ovejas; así inauguraron la Casa de Yahveh el rey y todos los hijos de Israel. (I Reyes 8, 63)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina