Gefunden 325 Ergebnisse für: Saúl

  • David dijo a Saúl: "No se desanime mi señor. Tu siervo irá a luchar contra este filisteo". (I Samuel 17, 32)

  • Saúl le respondió: "No puedes ir contra este filisteo y luchar con él, porque tú eres joven y él es hombre de guerra desde su juventud". (I Samuel 17, 33)

  • Y añadió: "El Señor, que me ha librado de las garras del león y del oso, me librará de las manos de ese filisteo". Saúl dijo a David: "¡Vete, y que el Señor esté contigo!". (I Samuel 17, 37)

  • Saúl vistió a David con su armadura, puso sobre su cabeza un casco de bronce y le cubrió con una coraza. (I Samuel 17, 38)

  • Le ciñó la espada sobre su armadura y David intentó en vano andar, porque no estaba entrenado. Y dijo a Saúl: "No puedo andar con esto, porque no estoy entrenado". Y se lo quitó de encima. (I Samuel 17, 39)

  • Cuando Saúl vio a David salir al encuentro del filisteo, preguntó a Abner, jefe del ejército: "¿De quién es hijo este joven, Abner?". Abner respondió: "Por tu vida, oh rey, que no lo sé". (I Samuel 17, 55)

  • Cuando David volvía de matar al filisteo, Abner lo tomó y lo llevó ante Saúl, con la cabeza del filisteo en la mano. (I Samuel 17, 57)

  • Saúl le preguntó: "¿De quién eres hijo, muchacho?". David le respondió: "Soy hijo de tu siervo Jesé, el de Belén". (I Samuel 17, 58)

  • Cuando David terminó de hablar con Saúl, Jonatán quedó prendado de David, y Jonatán comenzó a amarlo como a sí mismo. (I Samuel 18, 1)

  • Saúl le tomó consigo aquel día y no le dejó volver a casa de su padre. (I Samuel 18, 2)

  • En todas las salidas a las que le enviaba Saúl, David tenía éxito. Por eso Saúl le puso al frente de sus hombres de guerra. Todo el pueblo le quería, incluso los oficiales de Saúl. (I Samuel 18, 5)

  • Al volver David de la guerra después de dar muerte al filisteo, las mujeres salían de todas las ciudades de Israel, cantando y danzando ante el rey Saúl al son de tambores y arpas y con gritos de alegría; (I Samuel 18, 6)


“Que Maria sempre enfeite sua alma com as flores e o perfume de novas virtudes e coloque a mão materna sobre sua cabeça. Fique sempre e cada vez mais perto de nossa Mãe celeste, pois ela é o mar que deve ser atravessado para se atingir as praias do esplendor eterno no reino do amanhecer.” São Padre Pio de Pietrelcina