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  • El Faraón se levantó de noche, él, todos sus servidores y todos los egipcios, y hubo llanto general en Egipto, porque no había casa donde no hubiera un muerto. (Exodo 12, 30)

  • Cuando contaron al rey de Egipto que el pueblo había huido, el Faraón y sus servidores cambiaron de idea acerca del pueblo y dijeron: "¿Qué es lo que hemos hecho dejando salir a Israel y quedándonos así sin sus servicios?". (Exodo 14, 5)

  • Tú alza tu bastón, extiende la mano sobre el mar y divídelo para que los israelitas pasen por medio del mar en seco. (Exodo 14, 16)

  • Moisés extendió después su mano sobre el mar, y el Señor, por medio de un recio viento del este, empujó el mar, dejándolo seco y dividiendo las aguas. (Exodo 14, 21)

  • Éste les dijo: "Esto es lo que ha dispuesto el Señor: mañana es día de reposo, el sábado consagrado al Señor. Todo lo que tengáis que cocer, cocedlo, y todo lo que tengáis que hervir, hervidlo hoy, y guardad para mañana lo que sobre". (Exodo 16, 23)

  • Pero nadie le pondrá la mano encima: será matado a pedradas o a flechazos. Hombre o animal, no quedará con vida. Sólo cuando suene el cuerno podrán subir al monte". (Exodo 19, 13)

  • Pero si se sigue un daño, lo pagarás: vida por vida, (Exodo 21, 23)

  • Pero si en lugar de la muerte le impusieran un precio como rescate, pagará por el rescate de su vida la cantidad que le fuere impuesta. (Exodo 21, 30)

  • No dejarás con vida a la hechicera. (Exodo 22, 17)

  • No explotarás al emigrante, porque vosotros conocéis la vida del emigrante, pues lo fuisteis en Egipto. (Exodo 23, 9)

  • Comerás lo que ha servido para su expiación al investirlos y consagrarlos. Pero ningún otro comerá de ello, porque es cosa santa. (Exodo 29, 33)

  • Ni el rico pagará más ni el pobre menos al pagar el tributo al Señor en rescate de vuestras vidas. (Exodo 30, 15)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina