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  • Éstas son las leyes, mandamientos y preceptos que el Señor, vuestro Dios, me mandó enseñaros para que los pongáis en práctica en la tierra en la que vais a entrar y a poseerla; (Deuteronomio 6, 1)

  • para que temas al Señor, tu Dios, tú y tus hijos y tus nietos, guardando todos los días de tu vida todas las leyes y mandamientos que yo te impongo hoy, y de esta manera viváis largos años. (Deuteronomio 6, 2)

  • Guardad con gran cuidado los mandamientos del Señor, vuestro Dios, los preceptos y las leyes que él os da. (Deuteronomio 6, 17)

  • Cuando un día tu hijo te pregunte: ¿Qué son estos mandamientos, estas leyes y preceptos que nos ha prescrito el Señor?, (Deuteronomio 6, 20)

  • Ésta será nuestra justicia: guardar y poner en práctica íntegramente estos mandamientos en presencia del Señor, nuestro Dios, como él nos lo ha ordenado. (Deuteronomio 6, 25)

  • Reconoce, por tanto, que el Señor, tu Dios, es el verdadero Dios, el Dios fiel, que guarda la alianza y la misericordia hasta mil generaciones a los que lo aman y cumplen sus mandamientos, (Deuteronomio 7, 9)

  • Guarda, por tanto, tú sus mandamientos, sus leyes y estatutos que hoy te prescribo, poniéndolos en práctica. (Deuteronomio 7, 11)

  • Por haber escuchado estos mandamientos, haberlos guardado y puesto en práctica, el Señor, tu Dios, mantendrá contigo la alianza y la misericordia que juró a tus padres. (Deuteronomio 7, 12)

  • Guardad con cuidado y poned en práctica todos los mandamientos que hoy os prescribo para que viváis, os multipliquéis y entréis a poseer la tierra que el Señor juró a vuestros padres. (Deuteronomio 8, 1)

  • Acuérdate del camino que el Señor te ha hecho andar durante cuarenta años a través del desierto con el fin de humillarte, probarte y conocer los sentimientos de tu corazón y ver si guardabas o no sus mandamientos. (Deuteronomio 8, 2)

  • Guarda los mandamientos del Señor, tu Dios; sigue sus caminos y respétale. (Deuteronomio 8, 6)

  • Guárdate bien de olvidarte del Señor, tu Dios, descuidando sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, que yo te prescribo hoy. (Deuteronomio 8, 11)


“Deus nunca me recusou um pedido”. São Padre Pio de Pietrelcina