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  • No fue esto sólo. El rey tuvo la osadía de entrar en el templo más santo de la tierra, guiado por Menelao, traidor a su patria y a sus leyes. (II Macabeos 5, 15)

  • No mucho después el rey envió a un senador ateniense, con el fin de obligar a los judíos a dejar las leyes paternas y a no gobernarse según las leyes de Dios. (II Macabeos 6, 1)

  • Pero él, elevándose a más altas resoluciones, dignas de su edad y de su venerable ancianidad, de sus cabellos ya blancos y de su vida irreprensible desde la infancia, y sobre todo de las santas leyes establecidas por Dios, respondió que prefería que lo llevaran a la muerte. (II Macabeos 6, 23)

  • dejando a los jóvenes un ejemplo generoso para morir valientemente por las sagradas y santas leyes". Dicho esto, rápidamente se entregó al suplicio. (II Macabeos 6, 28)

  • Uno de ellos, en nombre de todos, dijo: "¿Qué buscas o qué quieres de nosotros? Todos estamos dispuestos a morir antes que quebrantar las leyes patrias". (II Macabeos 7, 2)

  • A punto de expirar, dijo: "Tú, criminal, nos quitas la vida presente; pero el rey del mundo nos dará después una vida eterna a los que morimos por sus leyes". (II Macabeos 7, 9)

  • y extendió las manos con valor, diciendo con gallardía: "Del cielo he recibido estos miembros, y ahora los desprecio por amor de sus leyes, porque sé que un día el mismo cielo me los devolverá". (II Macabeos 7, 11)

  • Dios, creador del mundo, que formó el género humano y ha creado cuanto existe, él os dará de nuevo el espíritu y la vida por su misericordia, ya que por sus santas leyes la despreciáis". (II Macabeos 7, 23)

  • Antíoco sospechaba que lo despreciaba, y pensó que también lo recriminaba. Pero, con todo, al más joven, que quedaba todavía, no solamente le exhortaba con palabras, sino que le prometía con juramento enriquecerlo de una vez y hacerle el más feliz, y, una vez que hubiera renegado de su religión y abandonado las leyes patrias, tenerle como amigo, proveerle de todo lo necesario y darle un cargo de gobierno. (II Macabeos 7, 24)

  • Yo, como mis hermanos, entrego mi cuerpo y mi vida por las leyes patrias, pidiendo a Dios que muestre pronto su misericordia con su pueblo, y a ti, con tormentos y castigos, te obligue a confesar que sólo él es Dios. (II Macabeos 7, 37)

  • Con estas palabras les infundió valor, los dispuso a morir por la patria y sus leyes y dividió el ejército en cuatro alas. (II Macabeos 8, 21)

  • Y el que se había propuesto pagar el tributo debido a los romanos con la venta de los que estaban en Jerusalén, afirmaba ahora que los judíos eran invencibles e invulnerables, pues tenían a Dios que luchaba por ellos, y cumplían las leyes impuestas por aquél. (II Macabeos 8, 36)


“Comunguemos com santo temor e com grande amor.” São Padre Pio de Pietrelcina