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  • sino como corresponde a mujeres que hacen profesión de piedad, con obras buenas. (I Timoteo 2, 10)

  • y estar acreditada por sus buenas obras, tales como haber educado bien a sus hijos, haber ejercitado la hospitalidad, haber lavado los pies a los creyentes, haber socorrido a los atribulados, haber practicado toda clase de obra buena. (I Timoteo 5, 10)

  • Lo mismo ocurre con las obras buenas: unas son manifiestas, y las que no lo son no podrán permanecer ocultas. (I Timoteo 5, 25)

  • que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras; que sean generosos y estén dispuestos a repartir con los demás lo que tienen. (I Timoteo 6, 18)

  • que nos ha salvado y nos ha llamado a una vida consagrada a él, no por nuestras obras, sino por pura voluntad suya y por la gracia que nos ha dado en Cristo Jesús, desde toda la eternidad, (II Timoteo 1, 9)

  • Hacen profesión de conocer a Dios, pero le niegan con las obras, pues son odiosos y rebeldes, incapaces de hacer nada bueno. (Tito 1, 16)

  • presentándote como ejemplo de buenas obras, un hombre íntegro en la doctrina, de porte digno, (Tito 2, 7)

  • Esta doctrina es digna de crédito; quiero que inculques constantemente estas cosas, para que los que han creído en Dios sobresalgan en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles para los hombres. (Tito 3, 8)

  • Pues de la misma manera que los hijos participan de la misma carne y sangre, también él participó de modo parecido, para reducir a la impotencia mediante la muerte a aquel que tiene el imperio de la muerte, es decir, al diablo, (Hebreos 2, 14)

  • cuando vuestros padres me desafiaron y me pusieron a prueba, aunque habían visto mis obras durante cuarenta años. (Hebreos 3, 9)

  • Entremos, pues, nosotros, que hemos creído, en el descanso, según lo que dijo: Y juré en mi indignación: ¡No entrarán jamás en mi descanso! Las obras de Dios ya estaban acabadas desde la creación del mundo. (Hebreos 4, 3)

  • pues aquel que entre en el reposo de Dios, descansará también él de sus obras, como Dios de las suyas. (Hebreos 4, 10)


“Quando ofendemos a justiça de Deus, apelamos à Sua misericórdia. Mas se ofendemos a Sua misericórdia, a quem podemos apelar? Ofender o Pai que nos ama e insultar quem nos auxilia é um pecado pelo qual seremos severamente julgados.” São Padre Pio de Pietrelcina