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  • Y vosotros responderéis: Las aguas del Jordán se dividieron delante del arca de la alianza del Señor; se separaron a su paso por el Jordán. Estas piedras son para los israelitas un recuerdo perpetuo". (Josué 4, 7)

  • Cuando todo el pueblo terminó de pasar, pasó el arca del Señor, y los sacerdotes se pusieron al frente del pueblo. (Josué 4, 11)

  • vosotros les daréis esta explicación: Israel pasó este Jordán a pie enjuto, (Josué 4, 22)

  • Josué los hizo partir. Ellos fueron al lugar de la emboscada y se apostaron entre Betel y Ay, al occidente de Ay. Josué pasó la noche en el campamento. (Josué 8, 9)

  • Josué se levantó de madrugada, pasó revista al pueblo y subió contra Ay, él y los ancianos de Israel a la cabeza del pueblo. (Josué 8, 10)

  • El pueblo estaba acampado al norte de la ciudad, y la emboscada al poniente. Josué pasó aquella noche en el campamento. (Josué 8, 13)

  • Ese mismo día Josué tomó a Maqueda y la destruyó; pasó a filo de espada a todos los que vivían en ella sin dejar ni un superviviente; al rey de Maqueda lo trató como había tratado al rey de Jericó. (Josué 10, 28)

  • El Señor la entregó también, con su rey, en manos de Israel, que la pasó a filo de espada con todos los que vivían en ella sin dejar un superviviente. Y trató a su rey como había tratado al de Jericó. (Josué 10, 30)

  • El Señor entregó a Laquis en manos de Israel, que la tomó al segundo día, y pasó a filo de espada a todos los que vivían en ella, como había hecho con Libná. (Josué 10, 32)

  • Entonces Josué se volvió, tomó Jasor y pasó a filo de espada a su rey. Jasor era entonces la capital de todos estos reinos. (Josué 11, 10)

  • Consagró al exterminio y pasó a filo de espada a todos los que vivían en ella. No quedó ni un superviviente, y Jasor fue pasto de las llamas. (Josué 11, 11)

  • Josué se apoderó de todas las ciudades de estos reyes, y a todos los pasó a filo de espada, consagrándolos al exterminio, como había mandado Moisés, siervo del Señor. (Josué 11, 12)


“O demônio é forte com quem o teme, mas é fraquíssimo com quem o despreza.” São Padre Pio de Pietrelcina