Gefunden 65 Ergebnisse für: recompensa divina

  • El que planta y el que riega son lo mismo, y cada uno recibirá la recompensa según su trabajo. (I Corintios 3, 8)

  • Si hiciera esto por propia voluntad, merecería recompensa; pero si lo hago por mandato, cumplo con una misión que se me ha confiado. (I Corintios 9, 17)

  • ¿Cuál es, pues, mi recompensa? Que predico el evangelio y lo hago gratuitamente, no haciendo valer mis derechos por la evangelización. (I Corintios 9, 18)

  • Por esto, queridos hermanos, manteneos firmes, inconmovibles, trabajando más y más en la obra del Señor, sabiendo que el Señor no dejará sin recompensa vuestro trabajo. (I Corintios 15, 58)

  • Fue crucificado en razón de su flaqueza, pero ahora vive por el poder de Dios. Yo también participo de su debilidad y participaré, frente a vosotros, de su poderosa vida divina. (II Corintios 13, 4)

  • Fui, impulsado por una revelación divina; y, en privado, expuse a los dirigentes el evangelio que predico a los paganos, para saber si estaba o no trabajando inútilmente. (Gálatas 2, 2)

  • Nosotros también éramos de ésos cuando nos dejábamos llevar de las apetencias carnales, sujetos a los deseos de nuestros instintos y a nuestra imaginación. Éramos, por naturaleza, objeto de la ira divina, igual que los demás. (Efesios 2, 3)

  • acciones por las que sobreviene la ira divina sobre los rebeldes (Colosenses 3, 6)

  • Porque es propio de la justicia divina retribuir con sufrimientos a los que os hacen sufrir, (II Tesalonicenses 1, 6)

  • Esfuérzate por presentarte ante Dios como un hombre probado, como un obrero que no tiene de qué ruborizarse, como fiel predicador de la palabra divina. (II Timoteo 2, 15)

  • No perdáis vuestra esperanza cierta, que tendrá una gran recompensa. (Hebreos 10, 35)

  • Por la fe Abrahán, obedeciendo la llamada divina, partió para un país que recibiría en posesión, y partió sin saber a dónde iba. (Hebreos 11, 8)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina