30. El Señor la entregó también, con su rey, en manos de Israel, que la pasó a filo de espada con todos los que vivían en ella sin dejar un superviviente. Y trató a su rey como había tratado al de Jericó.





“Aquele que procura a vaidade das roupas não conseguirá jamais se revestir com a vida de Jesus Cristo.” São Padre Pio de Pietrelcina