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Sí, ésta es la decisión de mi Padre: toda persona que al contemplar al Hijo crea en él, tendrá vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.» (Evangelio según San Juan 6, 40)
Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió. Y yo lo resucitaré en el último día. (Evangelio según San Juan 6, 44)
El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré el último día. (Evangelio según San Juan 6, 54)
El último día de la fiesta, que era el más solemne, Jesús, puesto en pie, exclamó con voz potente: «El que tenga sed, que venga a mí, y que beba (Evangelio según San Juan 7, 37)
Marta respondió: «Ya sé que será resucitado en la resurrección de los muertos, en el último día.» (Evangelio según San Juan 11, 24)
El que me rechaza y no recibe mi palabra ya tiene quien lo juzgue: la misma palabra que yo he hablado lo condenará el último día. (Evangelio según San Juan 12, 48)
Después de recibirla, nuestros padres la introdujeron, al mando de Josué, en la tierra conquistada a los paganos a quienes Dios expulsó delante de ellos. Esto duró hasta los días de David. (Hecho de los Apóstoles 7, 45)
Muy por el contrario, empecé a predicar, primero a la gente de Damasco, luego en Jerusalén y en el país de los judíos, y por último en las naciones paganas. Y les pedía que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, mostrando en adelante los frutos de una verdadera conversión. (Hecho de los Apóstoles 26, 20)
Me pregunto: ¿Será porque no oyeron? ¡Claro que oyeron! Esta voz resonó en toda la tierra, y sus palabras se oyeron hasta en el último rincón del mundo. (Carta a los Romanos 10, 18)
Porque me parece que a nosotros, los apóstoles, Dios nos ha colocado en el último lugar, como condenados a muerte; somos un espectáculo divertido para el mundo, para los ángeles y para los hombres. (1º Carta a los Corintios 4, 9)
mientras que otras, más nobles, no lo necesitan. Dios, al organizar el cuerpo, tuvo más atenciones por lo que era último, (1º Carta a los Corintios 12, 24)
Y se me apareció también a mí, iba a decir al aborto, el último de todos. (1º Carta a los Corintios 15, 8)