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  • Nuevamente Gomer quedó embarazada y dio a luz una niña. Y Yavé dijo a Oseas: «Ponle el nombre de No Amada, porque yo no seguiré teniendo más compasión de Israel para seguir perdonándolo.» ( (Oseas 1, 6)

  • Y los hijos de Israel serán tan numerosos como la arena del mar, que no pueden contarse ni medirse. Entonces, en vez de decirles: «Ustedes no son mi pueblo», les dirán: (Oseas 2, 1)

  • «Ustedes son los hijos del Dios vivo.» Se reunirán los hijos de Judá y los de Israel bajo un solo jefe, y desbordarán los límites del país; porque el día de Jezrael será un gran día. (Oseas 2, 2)

  • Yavé me dijo: «Vuelve a querer de nuevo a una mujer adúltera que hace el amor con otros, así como Yavé ama a los hijos de Israel a pesar de que lo han dejado por otros dioses y les ofrecen tortas de pasas.» (Oseas 3, 1)

  • Porque también por muchos días los hijos de Israel quedarán sin rey, sin jefe, sin sacrificios, sin piedras sagradas, sin consultas a Yavé y sin ídolos para proteger la casa. (Oseas 3, 4)

  • Después volverán los hijos de Israel, buscarán a Yavé, su Dios, y a David, su rey. Cuando llegue el momento acudirán llenos de respeto a Yavé para recibir sus beneficios. (Oseas 3, 5)

  • Escuchen lo que dice Yavé, hijos de Israel. Yavé tiene un pleito pendiente con la gente de esta tierra, porque no encuentra en su país ni sinceridad, ni amor, ni conocimiento de Dios. (Oseas 4, 1)

  • Si Israel es infiel, tú al menos, Judá, no cometas la misma falta. No vayan a Guilgal ni suban a Betaven, ni juren allá por la vida de Yavé.) (Oseas 4, 15)

  • Si Israel se muestra rebelde como una vaquilla salvaje, ¿cómo podrá Yavé llevarlo a pastar como un cordero a pleno campo? (Oseas 4, 16)

  • Escuchen esto, sacerdotes; estén atentos, jefes de Israel; presten atención los de la casa del rey, pues esta sentencia es para ustedes: Han sido como un lazo de cazador en Mispá y como una red tendida en el Tabor. Yo los voy a castigar a todos porque se han hundido hasta el cuello en la corrupción. (Oseas 5, 1)

  • Sé quién es Efraím y no me es desconocido Israel. (Oseas 5, 2)

  • Tú, Efraím, te has entregado; tú, Israel, te has ensuciado. (Oseas 5, 3)


“De que vale perder-se em vãos temores?” São Padre Pio de Pietrelcina