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• Entonces no seremos ya niños a los que mueve cualquier oleaje o viento de doctrina o cualquier invento de personas astutas, expertas en el arte de engañar. (Carta a los Efesios 4, 14)

• Les ordeno, en nombre del Señor, que se lea esta carta a todos los hermanos. (1º Carta a los Tesalonicenses 5, 27)

• No debe ser bebedor ni peleador, sino indulgente, amigo de la paz y desprendido del dinero. (1º Carta a Timoteo 3, 3)

• Pues si no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá guiar a la asamblea de Dios? (1º Carta a Timoteo 3, 5)

• Pelea el buen combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado y por la que hiciste tu hermosa declaración de fe en presencia de numerosos testigos. (1º Carta a Timoteo 6, 12)

• Pero evita las cuestiones tontas e inútiles, pues sabes que originan peleas. (2º Carta a Timoteo 2, 23)

• Un servidor del Señor no debe ser peleador, sino comprensivo con todos, buen pedagogo, paciente en las incomprensiones. (2º Carta a Timoteo 2, 24)

• Pues el supervisor (u obispo), siendo el encargado de la Casa de Dios, debe ser irreprensible: no debe ser autoritario ni de mal genio, ni bebedor, ni peleador o que busque dinero. (Carta a Tito 1, 7)

• Señor, yo te daré a conocer a mis hermanos, en medio de la asamblea celebraré tu nombre. (Carta a los Hebreos 2, 12)

• No abandonen las asambleas, como algunos acostumbran hacer, sino más bien anímense unos a otros, tanto más cuanto ven que se acerca el día. (Carta a los Hebreos 10, 25)

• a la asamblea en fiesta de los primeros ciudadanos del cielo; a Dios, juez universal, al que rodean los espíritus de los justos que ya alcanzaron su perfección; (Carta a los Hebreos 12, 23)

• Supongamos que entra en su asamblea un hombre muy bien vestido y con un anillo de oro y entra también un pobre con ropas sucias, (Carta de Santiago 2, 2)