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  • Vean, pues, ahí las pruebas de la virginidad de mi hija.» Y extenderán el paño delante de los jueces de la ciudad. (Deuteronomio 22, 17)

  • Porque Yavé, tu Dios, recorre el campamento para protegerte y entregar en tus manos al enemigo. Por eso tu campamento debe ser cosa limpia y sagrada, en que Yavé no vea nada indecente; de lo contrario se apartaría de ti. (Deuteronomio 23, 15)

  • Te volverás loco por lo que veas. (Deuteronomio 28, 34)

  • Porque Yavé hará justicia a su pueblo y se apiadará de sus siervos, cuando vea que su fuerza se agota, que no queda ya ni hombre libre ni esclavo. (Deuteronomio 32, 36)

  • Vean ahora que Yo, sólo Yo soy, y que no hay más Dios que yo. Yo doy la muerte y la vida, yo hiero, y soy yo mismo el que sano, y no hay quien se libre de mi mano. (Deuteronomio 32, 39)

  • Y le dijo Yavé: «Esta es la tierra que prometí a Abrahán, a Isaac y a Jacob, y juré que se la daría a su descendencia. Dejo que la veas con tus propios ojos, pero no entrarás en ella». (Deuteronomio 34, 4)

  • y ordenaron a los israelitas lo siguiente: «Cuando vean pasar el Arca de la Alianza de Yavé, llevada por los sacerdotes de la tribu de Leví, ustedes saldrán de su campamento y la seguirán, porque ella les señala el camino. Pues ustedes nunca han pasado por ese camino. (Josué 3, 3)

  • Los dirigentes y demás habitantes de nuestro pueblo nos dijeron: Provéanse de alimentos para un largo viaje, ubíquenlos y díganles: Servidores somos de ustedes; hagan alianza con nosotros. (Josué 9, 11)

  • Observen los panes que tomamos calientes en nuestras casas para venir a encontrarlos y vean cómo se han secado y despedazado. (Josué 9, 12)

  • Noemí replicó: «Quédate tranquila hasta que veas en qué termina esto, pues estoy segura de que él agotará todos los medios para llevarlo a buen fin hoy mismo.» (Rut 3, 18)

  • No se vayan todavía, para que vean este gran prodigio que Yavé va a realizar delante de sus ojos. ¿No es ahora la cosecha del trigo? (1 Samuel 12, 16)

  • Que Yavé juzgue y pronuncie sentencia entre tú y yo, que él vea mi causa y me haga justicia, librándome de tus manos.» (1 Samuel 24, 15)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina