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  • Después de esto, el Señor eligió a otros setenta y dos discípulos y los envió de dos en dos delante de él, a todas las ciudades y lugares adonde debía ir. (Evangelio según San Lucas 10, 1)

  • Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos mientras se dirigía a Jerusalén. (Evangelio según San Lucas 13, 22)

  • Le contestó: «Está bien, servidor bueno; ya que fuiste fiel en cosas muy pequeñas, ahora te confío el gobierno de diez ciudades.» (Evangelio según San Lucas 19, 17)

  • El rey le contestó: «Tú también gobernarás cinco ciudades.» (Evangelio según San Lucas 19, 19)

  • Acudían multitudes de las ciudades vecinas a Jerusalén, trayendo a sus enfermos y a personas atormentadas por espíritus malos, y todos eran sanados. (Hecho de los Apóstoles 5, 16)

  • Así Felipe anunció a Cristo a los samaritanos en una de sus ciudades adonde había bajado. (Hecho de los Apóstoles 8, 5)

  • Ellos, al enterarse, huyeron a la provincia de Licaonia, a las ciudades de Listra, Derbe y alrededores, (Hecho de los Apóstoles 14, 6)

  • Pero un día Pablo dijo a Bernabé: «Volvamos a visitar a los hermanos y veamos cómo están en cada una de las ciudades donde hemos anunciado la Palabra del Señor.» (Hecho de los Apóstoles 15, 36)

  • De allí pasamos a Filipos, una de las principales ciudades del distrito de Macedonia, con derechos de colonia romana. Nos detuvimos allí algunos días, (Hecho de los Apóstoles 16, 12)

  • Te dejé en Creta para que solucionaras los problemas existentes y pusieras presbíteros en todas las ciudades, de acuerdo con mis instrucciones. (Carta a Tito 1, 5)

  • También condenó Dios a las ciudades de Sodoma y Gomorra reduciéndolas a cenizas, para que sirvieran de escarmiento a los malvados del futuro. (2º Carta de Pedro 2, 6)

  • De igual modo sentenció a Sodoma, Gomorra y las ciudades vecinas que se entregaban a la prostitución y se dejaban llevar por sus instintos; éstas son ahora una advertencia del fuego eterno. (2º Carta de Pedro 3, 7)


Como distinguir uma tentação de um pecado e como estar certo de que não se pecou? – perguntou um penitente. Padre Pio sorriu e respondeu: “Como se distingue um burro de um homem? O burro tem de ser conduzido; o homem conduz a si mesmo!” São Padre Pio de Pietrelcina