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  • yo prenderé fuego contra Moab, que devorará los palacios de Cariot. Moab caerá estrepitosamente en medio de los gritos de los combatientes y del toque de las trompetas. (Amós 2, 2)

  • Prenderé fuego a Judá y se quemarán los palacios de Jerusalén.» (Amós 2, 5)

  • Los he estremecido como estremecí a Sodoma y Gomorra, y quedaron ustedes como un tizón sacado del fuego. Y ustedes, sin embargo, no volvieron a mí -palabra de Yavé. (Amós 4, 11)

  • Busquen a Yavé y vivirán, no sea que él mande fuego sobre la casa de José y la consuma, sin que haya nadie para apagarlo. El formó la Pléyade y Orión, él cambia las tinieblas en aurora y el día claro en noche oscura. (Amós 5, 6)

  • Por más que me ofrezcan víctimas consumidas por el fuego, no me gustan sus ofrendas ni me llaman la atención sus sacrificios. (Amós 5, 22)

  • En seguida, el Señor me mostró otra cosa: El Señor llamaba al fuego para que secara los manantiales y marchitara los campos. (Amós 7, 4)

  • El pueblo de Jacob será un fuego, el de José una llama, mientras la gente de Esaú será la paja; la quemarán y la devorarán y no quedarán restos de la raza de Esaú, porque Yavé lo ha dicho. (Abdías 1, 18)

  • A su paso se desmoronan las montañas y los valles se hunden como cera ante el fuego o como el agua que se escurre por la pendiente. (Miqueas 1, 4)

  • Todas sus estatuas serán hechas pedazos y sus ídolos serán tirados al fuego, porque las compraron con el salario de sus prostitutas y pasarán a ser salario de prostitutas. (Miqueas 1, 7)

  • ¿Quién podrá resistir ante su enojo? ¿Quién podrá soportar el ardor de su cólera? Su furor se extiende como el fuego, y las rocas se quiebran ante él. (Nahún 1, 6)

  • Mira a tus habitantes: son ahora como mujeres; las puertas de tu país están abiertas, y tus enemigos pueden entrar, el fuego ha devorado tus trancas. (Nahún 3, 13)

  • Aunque fueras numeroso como el pulgón, incontable como la langosta el fuego te consumirá, te exterminará la espada, (Nahún 3, 15)


“Agradeça sempre ao Pai eterno por sua infinita misericórdia”. São Padre Pio de Pietrelcina