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  • Entonces los hijos de Aarón lanzaban gritos de aclamación, tocaban las trompetas de plata forjada y hacían oír su sonido poderoso, como para llamar la atención del Altísimo. (Sirácides (Eclesiástico) 50, 16)

  • Los zapatos que hacían retumbar la tierra y los mantos manchados de sangre van a ser quemados: el fuego los devorará. (Isaías 9, 4)

  • Buscarás a tus contrarios, pero no los hallarás; serán totalmente derrotados, reducidos a la nada los que te hacían la guerra. (Isaías 41, 12)

  • Entonces Sedecías ordenó que trasladaran a Jeremías al patio de la guardia y cada día se le daba un pan de los que hacían en la calle de los panaderos, hasta que hubo pan en la ciudad. Así quedó Jeremías en el patio de la guardia. (Jeremías 37, 21)

  • Los de mi pueblo eran ovejas perdidas; sus pastores las habían descarriado y las hacían vagar por los cerros: ya no conocían su corral. (Jeremías 50, 6)

  • Yavé, viste la injusticia que me hacían. ¡Defiende tú mi juicio! (Lamentaciones 3, 59)

  • los volví impuros mediante sus ofrendas cuando hacían pasar por el fuego a sus primogénitos. (Ezequiel 20, 26)

  • Los hijos de Arvad a tu servicio custodiaban tus fortificaciones; los Guemadianos hacían guardia en tus torres, sus escudos colgando de tus muros te daban color. (Ezequiel 27, 11)

  • Desembarcabas tus mercaderías y todos los pueblos se surtían. Tú y tus mercaderías hacían ricos a los reyes de la tierra. (Ezequiel 27, 33)

  • que cometían cuando hacían entrar a extranjeros incircuncisos de corazón y de carne. Entraban en mi santuario y lo profanaban cuando ustedes me ofrecían mi comida de grasa y de sangre. Ustedes rompieron mi alianza con todos esos horrores, al encargarles el servicio de mi santuario. Y ahora, (Ezequiel 44, 7)

  • Aquel año habían sido nombrados jueces dos ancianos escogidos entre el pueblo. En ellos se verificó lo que dijo el Señor: «La corrupción ha salido de Babilonia, de los ancianos que hacían de jueces y que parecían guiar al pueblo». (Daniel 13, 5)

  • Tú te quedabas esperando cuando los extranjeros hacían cautivo a su ejército; cuando los enemigos entraban por sus puertas y sobre Jerusalén echaban suertes, tú también, eras como uno de ellos. (Abdías 1, 11)


“Amemos ao próximo. Custa tão pouco querer bem ao outro.” São Padre Pio de Pietrelcina