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  • Mientras huían, Yavé hizo caer piedras desde el cielo sobre ellos hasta Azecá, matándolos. Y fueron más los que perecieron por la granizada que los muertos por la espada de los israelitas. (Josué 10, 11)

  • Josué, pues, ordenó: «Hagan rodar piedras grandes para tapar la entrada y dejen hombres de guardia. (Josué 10, 18)

  • Al anochecer descolgaron los cuerpos de los reyes y los arrojaron en la misma cueva donde estaban escondidos y la cerraron con piedras grandes que todavía se ven hoy allí. (Josué 10, 27)

  • Tomó, en cambio, su bastón, escogió en el río cinco piedras lisas y las colocó en su bolsa de pastor. Luego avanzó hacia el filisteo con la honda en la mano. (1 Samuel 17, 40)

  • Montañas de Gelboé, no caigan sobre ustedes ni rocío ni lluvia, y queden cerradas las vertientes profundas, pues allí fue tirado el escudo de los héroes. (2 Samuel 1, 21)

  • Lanzaba piedras a David y a sus oficiales, sin importarle la gente y los guardias que rodeaban al rey. Maldecía al rey en estos términos: (2 Samuel 16, 6)

  • David y su gente siguieron su camino, mientras Semeí, desde el otro lado de la quebrada, continuaba maldiciéndolo, tirando piedras y levantando polvo. (2 Samuel 16, 13)

  • En seguida tiraron el cuerpo de Absalón a una gran fosa en el bosque, y amontonaron piedras encima. Entre tanto, todos los israelitas se habían dispersado, yendo cada uno a su lugar. (2 Samuel 18, 17)

  • es como la luz de la mañana cuando sale el sol, como mañana sin nubes, que hace brillar el pasto del campo después de la lluvia. (2 Samuel 23, 4)

  • El rey mandó extraer grandes piedras labradas, para los cimientos de la Casa de Yavé. (1 Reyes 5, 17)

  • Los obreros de Salomón, junto con los de Hiram y los guiblitas, cortaron y trabajaron la madera y las piedras para la construcción de la Casa. (1 Reyes 5, 18)

  • La Casa fue construida con piedras labradas de antemano en las mismas canteras, a fin de que en la construcción no se escucharan ni martillazos ni ningún ruido producido por instrumentos de hierro. (1 Reyes 6, 7)


“Jesus está com você, e o Cireneu não deixa de ajudar-te a subir o Calvário.” São Padre Pio de Pietrelcina