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Y en cuanto a ti, si me sirves como me sirvió tu padre David, y haces todo lo que te he mandado guardando mis decretos y mis sentencias, (2 Crónicas 7, 17)
Los levitas y todo Judá hicieron todo lo que les había mandado el sacerdote Joyadá. Cada uno reunió a sus hombres, tanto los que entraban el sábado como los que salían el sábado; pues el sacerdote Joyadá no exceptuó a ninguna de las secciones. (2 Crónicas 23, 8)
Los correos con las cartas del rey y de sus jefes recorrieron todo Israel y Judá, como el rey lo había mandado, para decir: «Hijos de Israel, vuelvan a Yavé, el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, para que tenga compasión del resto que ha quedado de ustedes, los que han escapado de las manos de los reyes de Asur. (2 Crónicas 30, 6)
Y no apartaré más el pie de Israel de sobre la tierra que di a sus padres, con tal que procuren hacer según todo lo que les he mandado, según toda la Ley, los decretos y las normas ordenadas por Moisés.» (2 Crónicas 33, 8)
Nekó le mandó mensajeros para decirle: «¿Qué tengo yo que ver contigo, rey de Judá? No he venido hoy contra ti, sino contra otro con el cual estoy en guerra; y Dios me ha mandado que me apresure. Deja de oponerte a Dios, que está conmigo, no sea que él te destruya.» (2 Crónicas 35, 21)
Zorobabel, Josué y los jefes de familias israelitas les contestaron: «No podemos unirnos a ustedes para reconstruir la Casa de nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos; así lo ha mandado Ciro, rey de Persia.» (Esdras 4, 3)
Ellos cumplían las ceremonias de su Dios y las ceremonias de las purificaciones, junto con los cantores y los porteros, conforme a lo mandado por David y su hijo Salomón, pues ya desde el principio, (Nehemías 12, 45)
Tobías respondió a su padre: «Haré todo lo que me has mandado, (Tobías 5, 1)
Tú no desobedezcas las órdenes de tu señor, sino realízalas pronto como te lo he mandado.» (Judit 2, 13)
Pero que, como el rey había conocido oportunamente sus intenciones, había ordenado por decreto que recayese sobre su cabeza el mal que pensaba hacerles a los judíos y lo había mandado ahorcar junto con sus hijos. (Ester 9, 25)
¿Has mandado una vez en tu vida a la mañana o indicado a la aurora su lugar, (Job 38, 12)
Este vio volver a él a todos sus hermanos y hermanas, lo mismo que a los conocidos de antes. Comían con él en su casa lo compadecían y consolaban por todos los males que Yavé le había mandado. Cada uno de ellos le regaló una moneda de plata y un anillo de oro. (Job 42, 11)