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  • Al llegar Roboam a Jerusalén, reunió toda la tribu de Judá y la de Benjamín, ciento cincuenta mil hombres, guerreros escogidos, para pelear contra los de Israel y someterlos. (1 Reyes 12, 21)

  • Si este pueblo continúa yendo a Jerusalén para ofrecer sus sacrificios en la Casa de Yavé, se reconciliarán con su señor Roboam, rey de Judá. Entonces me matarán y mi reino volverá a Roboam.» (1 Reyes 12, 27)

  • Pidió consejo el rey, e hizo dos terneros de oro. Luego dijo al pueblo: «Déjense de ir a Jerusalén para adorar. Aquí están tus dioses, Israel, que te sacaron de Egipto.» (1 Reyes 12, 28)

  • Volvamos al reinado de Roboam, hijo de Salomón, en el país de Judá. Tenía cuarenta y dos años cuando comenzó a reinar y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que había elegido Yavé entre todas las tribus de Israel para poner en ella su nombre. Su madre, Naamá, era amonita. (1 Reyes 14, 21)

  • El año quinto del reinado de Roboam, subió Sisac, rey de Egipto, contra Jerusalén (1 Reyes 14, 25)

  • y reinó tres años en Jerusalén. Su madre, Maacá, era hija de Absalón. (1 Reyes 15, 2)

  • Sin embargo, Yavé había prometido a David que su lámpara quedaría encendida en Jerusalén, que guardaría a su hijo después de él y ampararía a Jerusalén. (1 Reyes 15, 4)

  • Reinó cuarenta y un años en Jerusalén. Su abuela era Maacá, hija de Absalón. (1 Reyes 15, 10)

  • Tenía treinta y cinco años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén veinticinco años. Su madre Azuba era hija de Silji. (1 Reyes 22, 42)

  • Cuatro hombres se hallaban en la entrada de la ciudad, al otro lado del muro. Eran leprosos. Ese día se dijeron: «¿Vamos a quedar aquí hasta morir? (2 Reyes 7, 3)

  • Tenía treinta y dos años cuando empezó a reinar y reinó ocho años en Jerusalén. (2 Reyes 8, 17)

  • Ocozías tenía veintidós años cuando comenzó a reinar y reinó un año en Jerusalén. Su madre era Atalía, hija de Omrí, rey de Israel. (2 Reyes 8, 26)


“Que Nossa Mãe do Céu tenha piedade de nós e com um olhar maternal levante-nos, purifique-nos e eleve-nos a Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina