Found 95 Results for: pruebas de Gedeón

  • La gente de Efraím dijo a Gedeón: «¿Por qué has hecho esto de no convocarnos cuando fuiste a combatir contra Madián?» (Jueces 8, 1)

  • Gedeón llegó al Jordán y lo pasó. Tanto él como los trescientos hombres que iban con él estaban agotados por el cansancio y hambrientos. (Jueces 8, 4)

  • Gedeón les respondió: «Bien, cuando Yavé haya entregado en mis manos a Zebaj y a Salmuná, a ustedes les desgarraré sus carnes con espinas y cardos del desierto.» (Jueces 8, 7)

  • Gedeón subió por el camino de los nómadas, al este de Nobaj y de Yogbohá, y se dejó caer sobre el campamento cuando se creían ya seguros. Zebaj y Salmuná huyeron. (Jueces 8, 11)

  • Después de la batalla, Gedeón, hijo de Joás, volvió por la pendiente de Jarás. (Jueces 8, 13)

  • Gedeón se dirigió a la gente de Sucot y les dijo: «Aquí tienen a Zebaj y Salmuná, por quienes me hicieron burla diciendo: ¿Acaso has sujetado ya las manos de Zebaj y Salmuná para que demos pan a tus tropas hambrientas?» (Jueces 8, 15)

  • Respondió Gedeón: «Eran mis hermanos, hijos de mi madre. Vive Yavé, que si los hubieran dejado vivos no los mataría a ustedes.» (Jueces 8, 19)

  • Zebaj y Salmuná dijeron entonces: «Levántate tú y mátanos, porque, según es el hombre, es su valentía.» Gedeón se levantó y los mató a los dos, y tomó para sí los adornos que sus camellos llevaban al cuello. (Jueces 8, 21)

  • Los israelitas dijeron a Gedeón: «Ya que nos salvaste de los madianitas sé tú nuestro rey, y después de ti tu hijo y los descendientes de tu hijo.» (Jueces 8, 22)

  • Pero Gedeón respondió: «No seré yo ni mi hijo quien reine en Israel, sino que Yavé es nuestro rey.» (Jueces 8, 23)

  • Gedeón agregó: «Sólo quiero pedirles que me dé cada uno de ustedes un anillo de los del botín.» Esto lo dijo Gedeón, porque los vencidos eran ismaelitas, cuyos anillos eran de oro. (Jueces 8, 24)

  • Le contestaron: «Te lo damos con mucho gusto.» Entonces Gedeón extendió su manto y cada israelita echó un anillo de su botín. (Jueces 8, 25)


“Resigna-te a ser neste momento uma pequena abelha. E enquanto esperas ser uma grande abelha, ágil, hábil, capaz de fabricar bom mel, humilha-te com muito amor perante Deus e os homens, pois Deus fala aos que se mantêm diante dele humildemente”. São Padre Pio de Pietrelcina