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  • Sin embargo, ahora, Yavé, Dios nuestro, líbranos de caer en sus manos, te lo suplico, para que todos los reinos de la tierra sepan que tú eres el único Dios, ¡Yavé!» (Isaías 37, 20)

  • Siéntate en silencio, colócate en la sombra, hija de los caldeos. Ya nunca más te llamarán soberana de los reinos. (Isaías 47, 5)

  • Pues estoy llamando a todos los reinos del norte -palabra de Yavé-. Aquí vienen y cada uno de ellos establece sus cuarteles frente a una de las entradas de Jerusalén, frente a sus murallas y frente a las ciudades de Judá. (Jeremías 1, 15)

  • ¿Quién no te temerá, Rey de las naciones? Sí, a ti se te debe temer, porque entre todos los sabios de las naciones y entre todos sus reinos no hay nadie como tú. (Jeremías 10, 7)

  • Haré que su suerte infunda terror a todos los reinos de la tierra, por culpa de Manasés, hijo de Ezequías, rey de Judá, por sus crímenes cometidos en Jerusalén.) (Jeremías 15, 4)

  • Serán motivo de espanto y de vergüenza para todos los reinos de la tierra; se reirán y se burlarán de ellos, serán como un ejemplo de maldición en todos los países adonde los echaré. (Jeremías 24, 9)

  • a todos los reyes del norte, los que están cerca y los que están lejos, uno detrás de otro; y a todos los reinos que existen sobre la tierra. (Jeremías 25, 26)

  • Los perseguiré con la espada, el hambre y la peste. Producirán terror a todos los reinos de la tierra, y serán motivo de maldición, de admiración, de burla y de risa para todas las naciones adonde los arroje. (Jeremías 29, 18)

  • Estas fueron las palabras que Yavé dirigió a Jeremías, mientras el rey de Babilonia, Nabucodonosor, con todo su ejército, con todos los reinos de la tierra sometidos a su poder y todos los pueblos, atacaban a Jerusalén y a todas las ciudades de Judá. (Jeremías 34, 1)

  • Esto dice Yavé respecto de Quedar y los reinos de Jasor derrotados por Nabucodonosor: ¡Levántense y suban a Quedar y dejen en la ruina a los hijos de Oriente! (Jeremías 49, 28)

  • Contigo aplasté naciones, contigo destruí reinos, contigo derribé al caballo y al jinete, al carro de guerra y al que lo monta. (Jeremías 51, 21)

  • ¡Agiten banderas por el mundo entero y toquen el clarín en todas las naciones! Preparen los países para atacarla, citen a los reinos de Ararat, Minni y Askenaz para que marchen contra ella; que entre en acción el oficial de reclutamiento. Lancen a la carga la caballería como una nube de langostas rabiosas. (Jeremías 51, 27)


“Como é belo esperar!” São Padre Pio de Pietrelcina