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  • ´El los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de la Venida de nuestro Señor Jesucristo. (I Corintios 1, 8)

  • Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu, porque el Espíritu lo penetra todo, hasta lo más íntimo de Dios. (I Corintios 2, 10)

  • Hasta ahora sufrimos hambre, sed y frío. Somos maltratados y vivimos errantes. (I Corintios 4, 11)

  • Nos insultan y deseamos el bien. Padecemos persecución y la soportamos. Nos calumnian y consolamos a los demás. Hemos llegado a ser como la basura del mundo, objeto de desprecio para todos hasta el día de hoy. (I Corintios 4, 13)

  • Sin embargo, no todos tienen este conocimiento. Algunos, habituados hasta hace poco a la idolatría, comen la carne sacrificada a los ídolos como si fuera sagrada, y su conciencia, que es débil, queda manchada. (I Corintios 8, 7)

  • Hasta ahora, ustedes no tuvieron tentaciones que superen sus fuerzas humanas. Dios es fiel, y él no permitirá que sean tentados más allá de sus fuerzas. Al contrario, en el momento de la tentación, les dará el medio de librarse de ella, y los ayudará a soportarla. (I Corintios 10, 13)

  • Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva. (I Corintios 11, 26)

  • En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, (I Corintios 15, 22)

  • Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. (I Corintios 15, 25)

  • Esto es lo que dice la Escritura: El primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente; el último Adán, en cambio, es un ser espiritual que da la Vida. (I Corintios 15, 45)

  • Tal vez me quede con ustedes algún tiempo, a lo mejor durante todo el invierno, a fin de que me ayuden a proseguir viaje hasta el lugar de mi destino. (I Corintios 16, 6)

  • Mientras tanto, permaneceré en Éfeso hasta Pentecostés, (I Corintios 16, 8)


“Imitemos o coração de Jesus, especialmente na dor, e assim nos conformaremos cada vez mais e mais com este coração divino para que, um dia, lá em cima no Céu, também nós possamos glorificar o Pai celeste ao lado daquele que tanto sofreu”. São Padre Pio de Pietrelcina