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y acudirán pueblos numerosos, que dirán: " ¡Vengan, subamos a la montaña del Señor, a la Casa del Dios de Jacob! Él nos instruirá en sus caminos y caminaremos por sus sendas". Porque de Sión saldrá la Ley y de Jerusalén, la palabra del Señor. (Isaías 2, 3)
Seguramente les dirán: "Consulten a los nigromantes y adivinos, que musitan y susurran. ¿No debe un pueblo consultar a sus dioses, consultar a los muertos en favor de los vivos, (Isaías 8, 19)
Y dirán en aquel día: Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, anuncien entre los pueblos sus proezas, proclamen qué sublime es su Nombre. (Isaías 12, 4)
Y los habitantes de esta costa dirán en aquel día: ‘¡Ahí está nuestra esperanza, a la que acudíamos en busca de auxilio, para ser librados del rey de Asiria! Y ahora nosotros ¿cómo podremos escapar?’". (Isaías 20, 6)
Así habla el Señor: Las ganancias de Egipto, las mercancías de Cus, y los hombres de Sebá, de elevada estatura, desfilarán ante ti y te pertenecerán; irán detrás de ti, desfilarán encadenados, se postrarán ante ti y te dirán suplicantes: "Sólo en ti está Dios, y no hay otro; los dioses no son nada". (Isaías 45, 14)
Los hijos que dabas por perdidos dirán otra vez a tus oídos: "El lugar es muy estrecho para mí, dame sitio para que pueda habitar". (Isaías 49, 20)
No te dirán más "¡Abandonada!", ni dirán más a tu tierra "¡Devastada!", sino que te llamarán "Mi deleite", y a tu tierra "Desposada". Porque el Señor pone en ti su deleite y tu tierra tendrá un esposo. (Isaías 62, 4)
Esto es lo que ustedes dirán de ellos: "Los dioses que no hicieron ni el cielo ni la tierra, desaparecerán de la tierra y de debajo del cielo". (Jeremías 10, 11)
Cuando tú anuncies a este pueblo todas estas cosas, ellos te dirán: "¿Por qué el Señor nos amenaza con esta calamidad tan grande? ¿Cuál es nuestra iniquidad, cuál es el pecado que hemos cometido contra el Señor, nuestro Dios?". (Jeremías 16, 10)
Señor, mi fuerza y mi fortaleza, mi refugio en el día de la angustia, hacia ti vendrán las naciones desde los confines de la tierra, y dirán: "Sólo mentira heredaron nuestros padres, algo inútil, que no sirve para nada". (Jeremías 16, 19)
Pero ellos dirán: "¡Es inútil! Queremos seguir nuestros propios designios, obraremos cada uno según los impulsos de nuestro corazón obstinado y perverso". (Jeremías 18, 12)
Numerosas naciones pasarán junto a esta ciudad, y se dirán unos a otros: "¿Por qué el Señor trató así a esta gran ciudad?". (Jeremías 22, 8)