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Aquel que poco antes, llevado de una jactancia sobrehumana, creía dictar ordenes a las olas del mar y pensaba pesar en la balanza las cimas de los montes, era llevado en camilla, después de haber caído en tierra. Así ponía de manifiesto a los ojos de todos el poder de Dios. (II Macabeos 9, 8)
Por eso, llevando en la mano tirsos, ramas verdes y palmas, elevaban himnos a Aquel que había llevado a término la purificación de su Lugar santo. (II Macabeos 10, 7)
En seguida, él la sigue, como un buey que es llevado al matadero, como un ciervo que cae en el lazo, (Proverbios 7, 22)
Por eso, a los que en su locura habían llevado una vida injusta, los atormentaste con sus propias abominaciones, (Sabiduría 12, 23)
Pero sobre los pecadores se abatieron los castigos, no sin antes ser preanunciados por la furia de los rayos: con toda justicia, ellos sufrían a causa de su maldad, ya que habían llevado al extremo su odio contra el extranjero. (Sabiduría 19, 13)
Cuando Elías fue llevado en un torbellino, Eliseo quedó lleno de su espíritu. Durante su vida ningún jefe lo hizo temblar, y nadie pudo someterlo. (Eclesiástico 48, 12)
Llegaron los días en que todo lo que hay en tu casa, todo lo que han atesorado tus padres hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia. No quedará nada, dice el Señor. (Isaías 39, 6)
Al ser maltratado, se humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al matadero, como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca. (Isaías 53, 7)
Y yo era como un manso cordero, llevado al matadero, sin saber que ellos urdían contra mí sus maquinaciones: "¡Destruyamos el árbol mientras tiene savia, arranquémoslo de la tierra de los vivientes, y que nadie se acuerde más de su nombre!". (Jeremías 11, 19)
Sedecías será llevado a Babilonia, y allí permanecerá hasta que yo me ocupe de él -oráculo del Señor-. Si ustedes combaten contra los caldeos, no conseguirán nada". (Jeremías 32, 5)
Iojanán, hijo de Caréaj, y todos los jefes de las tropas que lo acompañaban, tomaron a todo el resto del pueblo que Ismael, hijo de Natanías, se había llevado cautivo desde Mispá, después de dar muerte a Godolías, hijo de Ajicám: eran hombres de guerra, mujeres, niños y eunucos, a los que él hizo volver de Gabaón. (Jeremías 41, 16)
Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Ustedes, las mujeres, con su boca han declarado esto, y con sus manos lo han llevado a cabo: ‘Cumpliremos nuestros votos de quemar incienso a la Reina de los cielos y derramarle libaciones’. Muy bien: ¡cumplan sus votos, hagan libaciones! (Jeremías 44, 25)