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Hijo de hombre, tú habitas en medio de un pueblo rebelde: ellos tienen ojos para ver, pero no ven, tienen oídos para oír, pero no oyen, porque son un pueblo rebelde. (Ezequiel 12, 2)
Así habla el Señor: Aquel día, los pensamientos acudirán a tu mente y maquinarás un proyecto perverso. (Ezequiel 38, 10)
Por tal motivo, apenas todos los pueblos oyeron el sonido de la trompeta, el pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de instrumentos, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron para adorar la estatua de oro que había erigido el rey Nabucodonosor. (Daniel 3, 7)
Te has exaltado contra el Señor del cielo: han traído a tu presencia los vasos de su Casa, y han bebido vino en ellos, tú y tus dignatarios, tus mujeres y tus concubinas; has glorificado a los dioses de plata y oro, de bronce, hierro, madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni entienden, pero no has celebrado al Dios que tiene en su mano tu aliento y a quien pertenecen todos tus caminos. (Daniel 5, 23)
¡Ay de los que proyectan iniquidades y traman el mal durante la noche! Al despuntar el día, lo realizan, porque tienen el poder en su mano. (Miqueas 2, 1)
Por eso, así habla el Señor: Yo proyecto contra esta gente una desgracia tal que ustedes no podrán apartar el cuello, ni andar con la cabeza erguida, porque será un tiempo de desgracia. (Miqueas 2, 3)
Tu fractura no tiene remedio, tu herida es incurable. Todos los que oyen la noticia aplauden por tu ruina. Porque ¿sobre quién no ha pasado tu incesante maldad? (Nahún 3, 19)
Hiciste un proyecto vergonzoso para tu casa: al diezmar a numerosos pueblos, atentas contra tu propia vida. (Habacuc 2, 10)
Jesús les respondió: «Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: (Mateo 11, 4)
los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres. (Mateo 11, 5)
Los fariseos, oyendo esto, dijeron: «Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios». (Mateo 12, 24)
Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. (Mateo 13, 13)