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  • Pero nosotros no somos como muchos que trafican con la Palabra de Dios, sino que hablamos con sinceridad en nombre de Cristo, como enviados de Dios y en presencia del mismo Dios. (II Corintios 2, 17)

  • y nunca hemos callado nada por vergüenza, ni hemos procedido con astucia o falsificando la Palabra de Dios. Por el contrario, manifestando abiertamente la verdad, nos recomendamos a nosotros mismos, delante de Dios, frente a toda conciencia humana. (II Corintios 4, 2)

  • Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación. (II Corintios 5, 19)

  • con la palabra de verdad, con el poder de Dios; usando las armas ofensivas y defensivas de la justicia; (II Corintios 6, 7)

  • Porque algunos dicen: «Sus cartas son enérgicas y severas; en cambio, su presencia resulta insignificante y su palabra despreciable». (II Corintios 10, 10)

  • El que recibe la enseñanza de la Palabra, que haga participar de todos sus bienes al que lo instruye. (Gálatas 6, 6)

  • En él, ustedes, los que escucharon la Palabra de la verdad, la Buena Noticia de la salvación, y creyeron en ella, también han sido marcados con un sello por el Espíritu Santo prometido. (Efesios 1, 13)

  • en una palabra, ustedes podrán conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento, para ser colmados por la plenitud de Dios. (Efesios 3, 19)

  • para santificarla. Él la purificó con el bautismo del agua y la palabra, (Efesios 5, 26)

  • Tomen el casco de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. (Efesios 6, 17)

  • y la mayor parte de los hermanos, a quienes mis cadenas han devuelto el coraje en el Señor, se han animado a proclamar sin temor la Palabra de Dios. (Filipenses 1, 14)

  • mostrándole la Palabra de Vida. De esa manera, el Día de Cristo yo podré gloriarme de no haber trabajado ni sufrido en vano. (Filipenses 2, 16)


“O medo excessivo nos faz agir sem amor, mas a confiança excessiva não nos deixa considerar o perigo que vamos enfrentar”. São Padre Pio de Pietrelcina