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  • investiga el caso, examínalo e infórmate debidamente. Y si es verdad que la cosa es así, que se ha cometido semejante abominación, (Deuteronomio 13, 15)

  • Cada año deberás separar la décima parte de todo lo que hayan producido tus sembrados, (Deuteronomio 14, 22)

  • Cuenta siete semanas a partir del momento en que empieces a cosechar, (Deuteronomio 16, 9)

  • y al término de ellas celebrarás la fiesta de las Semanas en honor del Señor, tu Dios, llevando tus ofrendas voluntarias, en la medida en que el Señor, tu Dios, te bendiga. (Deuteronomio 16, 10)

  • Tres veces al año, todos los varones se presentarán delante del Señor, tu Dios, en el lugar elegido por él: en la fiesta de los Ácimos, en la fiesta de las Semanas y en la fiesta de las Chozas. Nadie se presentará delante del Señor con las manos vacías. (Deuteronomio 16, 16)

  • y el hecho llega a tu conocimiento, realiza una minuciosa investigación. Y si es verdad que la cosa es así, que se ha cometido semejante abominación en Israel, (Deuteronomio 17, 4)

  • Porque las naciones que vas a desposeer escuchan a los astrólogos y adivinos, pero a ti el Señor no te permite semejante cosa. (Deuteronomio 18, 14)

  • Por eso, suscitaré entre sus hermanos un profeta semejante a ti, pondré mis palabras en su boca, y él dirá todo lo que yo le ordene. (Deuteronomio 18, 18)

  • No sembrarás en tu viña otra clase de plantas, porque de lo contrario toda la cosecha será sagrada: tanto el producto de lo que siembres como el fruto de la viña. (Deuteronomio 22, 9)

  • A la joven, no le harás nada, porque no ha cometido un pecado que merezca la muerte. Es un caso semejante al de un hombre que ataca a otro y lo mata: (Deuteronomio 22, 26)

  • Si pasas por los sembrados maduros de tu prójimo, podrás arrancar espigas con la mano, pero no aplicarás la hoz. (Deuteronomio 23, 26)

  • Sembrarás en tus campos mucha semilla, pero cosecharás muy poco, porque la devorará la langosta. (Deuteronomio 28, 38)


“Não há nada mais inaceitável do que uma mulher caprichosa, frívola e arrogante, especialmente se é casada. Uma esposa cristã deve ser uma mulher de profunda piedade em relação a Deus, um anjo de paz na família, digna e agradável em relação ao próximo.” São Padre Pio de Pietrelcina