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Tu iniquidad se ha borrado, hija de Sión: ¡él no volverá a desterrarte! Él castigará tu culpa, hija de Edóm, ¡pondrá al descubierto tus pecados! (Lamentaciones 4, 22)
Así, nunca más el pueblo de Israel andará errante lejos de mí, y no volverá a mancharse con todas sus rebeldías: ellos serán mi Pueblo y yo seré su Dios -oráculo del Señor-. (Ezequiel 14, 11)
Y todos los mortales sabrán que yo, el Señor, he sacado mi espada de su vaina, y no volverá a ser envainada. (Ezequiel 21, 10)
Pero cuando la gente del pueblo se presente delante del Señor, con ocasión de las fiestas, el que entre para adorar por el camino de la puerta septentrional, saldrá por el camino de la puerta meridional, y el que entre por el camino de la puerta meridional, saldrá por el camino de la puerta septentrional: no volverá por el camino por donde haya entrado, sino que saldrá por el lado opuesto. (Ezequiel 46, 9)
Se volverá hacia las regiones costeras, y conquistará un buen número de ellas; pero un magistrado acabará con el ultraje, sin que él pueda devolverle la afrenta. (Daniel 11, 18)
Luego se volverá hacia las fortalezas de su país, pero tropezará, caerá y no se lo encontrará más. (Daniel 11, 19)
Naves de Quitím vendrán contra él, y se desanimará; se volverá atrás y desahogará su furor contra la Alianza santa; a su regreso, llegará a un entendimiento con aquellos que abandonen la Alianza santa. (Daniel 11, 30)
Efraím volverá a Egipto y Asiria será su rey, porque rehusaron volver a mí. (Oseas 11, 5)
¡Quién sabe si él no se volverá atrás y se arrepentirá, y dejará detrás de sí una bendición: la ofrenda y la libación para el Señor, su Dios! (Joel 2, 14)
Ha caído y no volverá a levantarse la virgen de Israel; yace postrada sobre su suelo y nadie la levanta. (Amós 5, 2)
Por eso, el Señor los abandonará hasta el momento en que dé a luz la que debe ser madre; entonces el resto de sus hermanos volverá junto a los israelitas. (Miqueas 5, 2)
Él volverá a compadecerse de nosotros y pisoteará nuestras faltas. Tú arrojarás en lo más profundo del mar todos nuestros pecados. (Miqueas 7, 19)