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  • Hermanos, ustedes que creen en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no hagan acepción de personas. (Santiago 2, 1)

  • Con ella bendecimos al Señor, nuestro Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios. (Santiago 3, 9)

  • Humíllense delante del Señor, y él los exaltará. (Santiago 4, 10)

  • Y ustedes, los que ahora dicen: «Hoy o mañana iremos a tal ciudad y nos quedaremos allí todo el año, haremos negocio y ganaremos dinero», (Santiago 4, 13)

  • Sepan que el salario que han retenido a los que trabajaron en sus campos está clamando, y el clamor de los cosechadores ha llegado a los oídos del Señor del universo. (Santiago 5, 4)

  • Tengan paciencia, hermanos, hasta que llegue el Señor. Miren cómo el sembrador espera el fruto precioso de la tierra, aguardando pacientemente hasta que caigan las lluvias del otoño y de la primavera. (Santiago 5, 7)

  • Tengan paciencia y anímense, porque la Venida del Señor está próxima. (Santiago 5, 8)

  • Tomen como ejemplo de fortaleza y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. (Santiago 5, 10)

  • Porque nosotros llamamos felices a los que sufrieron con paciencia. Ustedes oyeron hablar de la paciencia de Job, y saben lo que hizo el Señor con él, porque el Señor es compasivo y misericordioso. (Santiago 5, 11)

  • Si está enfermo, que llame a los presbíteros de la Iglesia, para que oren por él y lo unjan con óleo en el nombre del Señor. (Santiago 5, 14)

  • La oración que nace de la fe salvará al enfermo, el Señor lo aliviará, y si tuviera pecados, le serán perdonados. (Santiago 5, 15)

  • Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, nos hizo renacer, por la resurrección de Jesucristo, a una esperanza viva, (I Pedro 1, 3)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina