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  • Jezabel envió entonces un mensajero a Elías para decirle: "Que los dioses me castiguen si mañana, a la misma hora, yo no hago con tu vida lo que tú hiciste con la de ellos". (I Reyes 19, 2)

  • En- tonces envió mensajeros a la ciudad, a Ajab, rey de Israel, (I Reyes 20, 2)

  • En seguida escribió una carta en nombre de Ajab, la selló con el sello del rey y la envió a los ancianos y a los notables de la ciudad, conciudadanos de Nabot. (I Reyes 21, 8)

  • Ocozías se cayó por el balcón del piso alto de su casa, en Samaría, y quedó malherido. Entonces envió unos mensajeros con este encargo: "Vayan a consultar a Baal Zebub, el dios de Ecrón, si me repondré de mis heridas". (II Reyes 1, 2)

  • El rey envió a un oficial con sus cincuenta hombres para buscar a Elías. Cuando él subió a buscarlo, lo encontró sentado en la cumbre de la montaña, y le dijo: "Hombre de Dios, el rey ha dicho que bajes". (II Reyes 1, 9)

  • y presentó al rey de Israel la carta que decía: "Al mismo tiempo que te llega esta carta, te envío a Naamán, mi servidor, para que lo libres de su enfermedad". (II Reyes 5, 6)

  • y él envió caballos, carros de guerra y un fuerte destacamento, que llegaron durante la noche y cercaron la ciudad. (II Reyes 6, 14)

  • Eliseo estaba sentado en su casa, y los ancianos estaban sentados con él. El rey le envió a uno de sus hombres; pero antes que llegara el mensajero, Eliseo dijo a los ancianos: "¿Han visto que este hijo de asesino envía a un hombre a cortarme la cabeza? Estén atentos, y cuando llegue el mensajero, empújenlo con la puerta y atránquenla bien. ¿Acaso no se oyen los pasos de su señor que viene detrás de él?". (II Reyes 6, 32)

  • Tomaron dos carros con sus caballos, y el rey los envió a seguir los rastros del campamento arameo, diciendo: "Vayan a ver". (II Reyes 7, 14)

  • El rey envió un segundo jinete, que los alcanzó y dijo: "Así habla el rey: ¿Va todo bien?". Jehú replicó: "¿Que te importa a ti si todo va bien? Colócate ahí detrás". (II Reyes 9, 19)

  • Ajab tenía setenta hijos en Samaría. Jehú escribió unas cartas, y las envió a Samaría, a los jefes de la ciudad, a los ancianos y a los preceptores de los hijos de Ajab. En ellas decía: (II Reyes 10, 1)

  • y Jehú envió mensajeros por todo Israel. Entonces vinieron todos los fieles de Baal, no quedó nadie sin venir. Entraron en el templo de Baal, y el templo se llenó de bote en bote. (II Reyes 10, 21)


“O Senhor nos dá tantas graças e nós pensamos que tocamos o céu com um dedo. Não sabemos, no entanto, que para crescer precisamos de pão duro, das cruzes, das humilhações, das provações e das contradições.” São Padre Pio de Pietrelcina