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  • Saúl dijo a la tropa: "Bajemos esta noche a perseguir a los filisteos; los saquearemos hasta que despunte el alba y no les dejaremos ni un solo hombre". Ellos respondieron: "Obra como mejor te parezca". Pero el sacerdote dijo: "Consultemos a Dios aquí mismo". (I Samuel 14, 36)

  • Entonces Saúl interrogó a Dios: "¿Debo bajar a perseguir a los filisteos? ¿Los entregarás en manos de Israel?". Pero Dios no le respondió nada aquel día. (I Samuel 14, 37)

  • Saúl dejó de perseguir a los filisteos, y estos se fueron a su tierra. (I Samuel 14, 46)

  • Una vez que Saúl asumió el poder real sobre Israel, hizo la guerra a todos sus enemigos de alrededor: a Moab, a los amonitas, a Edóm, a los reyes de Sobá y a los filisteos. Dondequiera que iba, salía victorioso. (I Samuel 14, 47)

  • La guerra contra los filisteos fue muy encarnizada durante toda la vida de Saúl. Y siempre que él veía a un hombre valiente y aguerrido, lo incorporaba a sus filas (I Samuel 14, 52)

  • Los filisteos reunieron sus fuerzas para el combate. Se concentraron en Socó de Judá y acamparon entre Socó y Azecá, en Efes Damím. (I Samuel 17, 1)

  • También Saúl y los hombres de Israel se reunieron y acamparon en el valle del Terebinto, y se dispusieron en orden de batalla frente a los filisteos. (I Samuel 17, 2)

  • Estos filisteos estaban apostados en un monte, y los israelitas en el del lado opuesto, con el valle de por medio. (I Samuel 17, 3)

  • Saúl está con ellos y con todos los hombres de Israel en el valle del Terebinto, combatiendo contra los filisteos". (I Samuel 17, 19)

  • Israelitas y filisteos se alinearon frente a frente. (I Samuel 17, 21)

  • David fue corriendo y se paró junto al filisteo; le agarró la espada, se la sacó de la vaina y lo mató, cortándole la cabeza. Al ver que su héroe estaba muerto, los filisteos huyeron. (I Samuel 17, 51)

  • Inmediatamente, los hombres de Israel y de Judá lanzaron el grito de guerra y persiguieron a los filisteos hasta la entrada de Gat y hasta las puertas de Ecrón. Muchos filisteos cayeron heridos de muerte por el camino de Dos Puertas, hasta Gat y Ecrón. (I Samuel 17, 52)


“O grau sublime da humildade é não só reconhecer a abnegação, mas amá-la.” São Padre Pio de Pietrelcina