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  • ¿Alguien plantó una viña y todavía no recogió los primeros frutos? Que se retire y vuelva a su casa, no sea que muera en el combate y otro hombre los recoja. (Deuteronomio 20, 6)

  • Si para conquistar una ciudad tienes que asediarla mucho tiempo, no destruirás sus árboles a golpes de hacha. Come de sus frutos, pero no los cortes. ¿Acaso los árboles del campo son hombres, para que los hagas también a ellos víctimas del asedio? (Deuteronomio 20, 19)

  • recogerás las primicias de todos los frutos que extraigas de la tierra que te da el Señor, tu Dios, las pondrás en una canasta, y las llevarás al lugar elegido por el Señor, tu Dios, para constituirlo morada de su Nombre. (Deuteronomio 26, 2)

  • Por eso ofrezco ahora las primicias de los frutos del suelo, que tú, Señor, me diste". Tú depositarás las primicias ante el Señor, tu Dios, y te postrarás delante de él. (Deuteronomio 26, 10)

  • Te casarás con una mujer y otro gozará de ella. Construirás una casa y no la habitarás. Plantarás una viña y no recogerás sus frutos. (Deuteronomio 28, 30)

  • Los insectos arrasarán con todos tus árboles y con todos los frutos de tu suelo. (Deuteronomio 28, 42)

  • Ella se comerá los productos de tu ganado y los frutos de tu suelo, hasta que quedes exterminado, porque te dejará totalmente desprovisto de trigo, de vino y de aceite, de las crías de tus vacas y tus ovejas, hasta hacerte desaparecer. (Deuteronomio 28, 51)

  • Lo puso encima de las alturas del país, para que comiera los frutos de los campos; lo alimentó con miel de los peñascos, con aceite de la roca dura; (Deuteronomio 32, 13)

  • El maná dejó de caer al día siguiente, cuando comieron los productos del país. Ya no hubo más maná para los israelitas, y aquel año comieron los frutos de la tierra de Canaán. (Josué 5, 12)

  • Así les di una tierra que no cultivaron, y ciudades que no edificaron, donde ahora habitan; y ustedes comen los frutos de viñas y olivares que no plantaron. (Josué 24, 13)

  • Debajo del borde, todo alrededor, tenía una orla de coloquíntidas -diez frutos cada medio metro- que rodeaban todo el contorno del Mar; había dos hileras de frutos, fundidos con el Mar en una sola pieza. (I Reyes 7, 24)

  • Uno de ellos salió al campo para recoger algunas hierbas. Encontró una especie de viña silvestre, de la que recogió los frutos salvajes hasta llenar su manto. Al volver, los cortó en pedazos y los echó a la olla del caldo, porque nadie sabía lo que eran. (II Reyes 4, 39)


“A oração é a efusão de nosso coração no de Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina