Found 451 Results for: fuego

  • Porque ha salido fuego de Jesbón, una llamarada de la ciudad de Sijón, que consumió a Ar de Moab y a los jefes de las alturas del Arnón. (Números 21, 28)

  • Después de lo cual la tierra abrió sus fauces y los devoró junto con Coré, cuando murió aquel grupo y el fuego devoró a los doscientos cincuenta hombres, para que sirvieran de escarmiento. (Números 26, 10)

  • Pero Nadab y Abihú murieron al ofrecer un fuego profano delante del Señor. (Números 26, 61)

  • Entonces el sacerdote Eleazar dijo a las tropas que habían participado de la batalla: "Esta es una prescripción de la ley que el Señor dictó a Moisés: ‘Todo lo que resiste al fuego, (Números 31, 21)

  • lo harán pasar por el fuego para que sea purificado, aunque también deberá ser purificado con agua lustral; en cambio, harán pasar sólo por el agua lo que no puede resistir al fuego. (Números 31, 23)

  • que los precedía durante la marcha para buscarles un lugar donde acampar: de noche en el fuego, mostrándoles el camino que debían seguir, y de día en la nube. (Deuteronomio 1, 33)

  • Ustedes se acercaron y permanecieron al pie de la montaña, mientras la montaña ardía envuelta en un fuego que se elevaba hasta lo más alto del cielo, entre negros nubarrones y una densa oscuridad. (Deuteronomio 4, 11)

  • El Señor les habló desde el fuego, y ustedes escuchaban el sonido de sus palabras, pero no percibían ninguna figura: sólo se oía la voz. (Deuteronomio 4, 12)

  • Tengan cuidado de ustedes mismos. Cuando el Señor les habló desde el fuego, en el Horeb, ustedes no vieron ninguna figura. (Deuteronomio 4, 15)

  • Porque el Señor, tu Dios, es un fuego devorador, un Dios celoso. (Deuteronomio 4, 24)

  • ¿Qué pueblo oyó la voz de Dios que hablaba desde el fuego, como la oíste tú, y pudo sobrevivir? (Deuteronomio 4, 33)

  • Él te hizo oír su voz desde el cielo para instruirte; en la tierra te mostró su gran fuego, y desde ese fuego tú escuchaste sus palabras. (Deuteronomio 4, 36)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina