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porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; (Mateo 25, 35)
Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos habriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? (Mateo 25, 37)
porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; (Mateo 25, 42)
Estos, a su vez, le preguntarán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?". (Mateo 25, 44)
pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa. (Marcos 4, 19)
Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición. (Marcos 15, 7)
A Barrabás lo habían encarcelado por una sedición que tuvo lugar en la ciudad y por homicidio. (Lucas 23, 19)
Dejó en libertad al que ellos pedían, al que había sido encarcelado por sedición y homicidio, y a Jesús lo entregó al arbitrio de ellos. (Lucas 23, 25)
Jesús le respondió: «El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, (Juan 4, 13)
pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna». (Juan 4, 14)
«Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla». (Juan 4, 15)
Jesús les respondió: «Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed. (Juan 6, 35)