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y en la presencia del Señor, tu Dios, en el lugar que él elija para constituirlo morada de su Nombre, comerás del diezmo de tu trigo, de tu vino y de tu aceite, y también los primogénitos de tu ganado mayor y menor. Así aprenderás a temer siempre al Señor, tu Dios. (Deuteronomio 14, 23)
La tendrá a su lado y la leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer al Señor, su Dios, observando todas las palabras de esta Ley y poniendo en práctica estos preceptos. (Deuteronomio 17, 19)
Reúne al pueblo -hombres, mujeres y niños, y también a los extranjeros que vivan en tus ciudades- para que la oigan y así aprendan a temer al Señor, su Dios, y a practicar cuidadosamente todas las palabras de esta Ley. (Deuteronomio 31, 12)
También deberán oírla sus hijos, los que todavía no la conocen, para que aprendan a temer al Señor mientras ustedes vivan en la tierra que van a poseer después de cruzar el Jordán. (Deuteronomio 31, 13)
No hay en la tierra nadie igual a él, ha sido hecho para no temer nada. (Job 41, 25)
¿Por qué voy a temer en los momentos de peligro, cuando me rodea la maldad de mis opresores, (Salmos 49, 6)
Ellos temblaron de espanto donde no había nada que temer; Dios ha dispersado los huesos de tus agresores: tú los has confundido, porque Dios los rechazó. (Salmos 53, 6)
No tendrá que temer malas noticias: su corazón está firme, confiado en el Señor. (Salmos 112, 7)
Él exhortaba a sus compañeros a no temer el ataque de los paganos, y a contar con la victoria que también esta vez les vendría de la mano del Todopoderoso, recordando los auxilios que antes habían recibido del Cielo. (II Macabeos 15, 8)
pero el que me escucha vivirá seguro y estará tranquilo, sin temer ningún mal". (Proverbios 1, 33)
El hombre que peca contra su propio lecho dice en su corazón: "¿Quién me ve? La oscuridad me rodea y los muros me cubren; nadie me ve: ¿qué puedo temer? El Altísimo no se acordará de mis pecados". (Eclesiástico 23, 18)
¡Soy yo, soy yo el que los consuelo! ¿Quién eres tú para temer a un mortal, a un hombre frágil como la hierba? (Isaías 51, 12)