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  • Saca todo el sebo que cubre las entrañas, el que queda junto al hígado, y los dos riñones con el sebo que los envuelve, para quemarlo en el altar. (Exodo 29, 13)

  • Una vez inmolado el carnero, tomarás su sangre y la derramarás en torno al altar. (Exodo 29, 16)

  • y quemarás todo el carnero en el altar. Es holocausto para Yahveh, calmante aroma de manjares abrasados en honor de Yahveh. (Exodo 29, 18)

  • Una vez inmolado, tomarás su sangre y untarás con ella el lóbulo de la oreja derecha de Aarón y el lóbulo de la oreja derecha de sus hijos; el pulgar de su mano derecha y el pulgar de su pie derecho, y derramarás la sangre alrededor del altar. (Exodo 29, 20)

  • Tomarás luego sangre de la que está sobre el altar, y óleo de la unción, para rociar a Aarón y sus vestiduras, a sus hijos y las vestiduras de sus hijos juntamente con él. Así quedará consagrado él y sus vestiduras y con él sus hijos y las vestiduras de sus hijos. (Exodo 29, 21)

  • Después lo tomarás de sus manos y lo quemarás en el altar junto al holocausto como calmante aroma ante Yahveh. Es un manjar abrasado en honor de Yahveh. (Exodo 29, 25)

  • Cada día ofrecerás un novillo en expiación como sacrificio por el pecado; y purificarás, mediante tu expiación, el altar, que ungirás para consagrarlo. (Exodo 29, 36)

  • Siete días harás la expiación por el altar, y lo santificarás; el altar será cosa sacratísima; todo cuanto toque al altar quedará consagrado. (Exodo 29, 37)

  • He aquí lo que has de ofrecer sobre el altar: dos corderos primales cada día, perpetuamente. (Exodo 29, 38)

  • Consagraré la Tienda del Encuentro y el altar, y consagraré también a Aarón y a sus hijos para que ejerzan mi sacerdocio. (Exodo 29, 44)

  • Harás también un altar para quemar el incienso. De madera de acacia lo harás. (Exodo 30, 1)

  • Colocarás el altar delante del velo que está junto al arca del Testimonio y ante el propiciatorio que cubre el Testimonio, donde yo me encontraré contigo. (Exodo 30, 6)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina