Found 852 Results for: Judá y Simeón

  • Se hizo el sorteo para los clanes quehatitas: y a los levitas hijos del sacerdote Aarón les tocaron trece ciudades de las tribus de Judá, Simeón, y Benjamín; (Josué 21, 4)

  • De la tribu de Judá y de la tribu de Simeón les dieron las ciudades que se nombran a continuación; (Josué 21, 9)

  • Les dieron Quiryat Arbá (ciudad del padre de Anaq), o sea Hebrón, en la montaña de Judá, con los pastos circundantes. (Josué 21, 11)

  • Yahveh repondió: «Subirá Judá, he puesto el país en sus manos.» (Jueces 1, 2)

  • Judá dijo a su hermano Simeón: «Sube conmigo al territorio que me ha tocado; atacaremos al cananeo; y luego yo también iré contigo a tu territorio.» Y Simeón marchó con él. (Jueces 1, 3)

  • Subió Judá; Yahveh puso en sus manos a los cananeos y a los perizitas, y derrotaron en Bezeq a 10.000 hombres. (Jueces 1, 4)

  • (Los hijos de Judá atacaron a Jerusalén, la tomaron, la pasaron a cuchillo y prendieron fuego a la ciudad). (Jueces 1, 8)

  • Después, los hijos de Judá bajaron a atacar a los cananeos, que ocupaban la Montaña, el Négueb y la Tierra Baja. (Jueces 1, 9)

  • Luego Judá marchó contra los cananeos que habitaban en Hebrón - el nombre de Hebrón era antes Quiryat Arbá - y derrotó a Sesay, Ajimán y Talmay. (Jueces 1, 10)

  • Los hijos de Jobab el quenita, suegro de Moisés, subieron con los hijos de Judá de la ciudad de las Palmeras al desierto de Judá, que está en el Négueb de Arad, y fueron a habitar con el pueblo. (Jueces 1, 16)

  • Judá se fue con su hermano Simeón, derrotaron a los cananeos que habitaban en Sefat y consagraron la ciudad al anatema. Por eso la ciudad se llamó Jormá. (Jueces 1, 17)

  • Judá se apoderó de Gaza y su comarca, de Ascalón y su comarca, de Ecrón y su comarca; (Jueces 1, 18)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina