Found 126 Results for: Oración de Jabez

  • Como ella prolongase su oración ante Yahveh, Elí observaba sus labios. (I Samuel 1, 12)

  • Entonces Ana dijo esta oración: «Mi corazón exulta en Yahveh, mi cuerno se levanta en Dios, mi boca se dilata contra mis enemigos, porque me he gozado en tu socorro. (I Samuel 2, 1)

  • que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre este lugar del que dijiste: "En él estará mi Nombre"; escucha la oración que tu servidor te dirige en este lugar. (I Reyes 8, 29)

  • escucha tú desde los cielos su oración y su plegaria y hazles justicia. (I Reyes 8, 45)

  • ¡Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre este lugar del que dijiste que pondrías en él tu Nombre para escuchar la oración que dirige tu siervo hacia este lugar! (II Crónicas 6, 20)

  • escucha tú desde los cielos su oración y su plegaria y hazles justicia. (II Crónicas 6, 35)

  • escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, su oración y su plegaria; hazles justicia y perdona a tu pueblo los pecados cometidos contra ti. (II Crónicas 6, 39)

  • «Que tus ojos, Dios mío, estén abiertos, y tus oídos atentos a la oración que se haga en este lugar. (II Crónicas 6, 40)

  • Aparecióse entonces Yahveh a Salomón por la noche y le dijo: «He oído tu oración, y me he elegido este lugar como Casa de sacrificio. (II Crónicas 7, 12)

  • Mis ojos estarán abiertos, y mis oídos atentos a la oración que se haga en este lugar; (II Crónicas 7, 15)

  • Después se levantaron los sacerdotes y los levitas, y bendijeron al pueblo; y fue oída su voz, y su oración penetró en el cielo, su santa morada. (II Crónicas 30, 27)

  • En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte; pero hizo oración a Yahveh, que le escuchó y le otorgó una señal maravillosa. (II Crónicas 32, 24)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina