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  • Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.» (Juan 20, 25)

  • Decían: «¿Qué haremos con estos hombres? Es evidente para todos los habitantes de Jerusalén, que ellos han realizado una señal manifiesta, y no podemos negarlo. (Hechos 4, 16)

  • pues el hombre en quien se había realizado esta señal de curación tenía más de cuarenta años. (Hechos 4, 22)

  • Pablo se levantó, hizo señal con la mano y dijo: «Israelitas y cuantos teméis a Dios, escuchad: (Hechos 13, 16)

  • y recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia de la fe que poseía siendo incircunciso. Así se convertía en padre de todos los creyentes incircuncisos, a fin de que la justicia les fuera igualmente imputada; (Romanos 4, 11)

  • He ahí por qué debe llevar la mujer sobre la cabeza una señal de sujeción por razón de los ángeles. (I Corintios 11, 10)

  • Así pues, las lenguas sirven de señal no para los creyentes, sino para los infieles; en cambio la profecía, no para los infieles, sino para los creyentes. (I Corintios 14, 22)

  • y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé: nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos; (Gálatas 2, 9)

  • sin dejaros intimidar en nada por los adversarios, lo cual es para ellos señal de perdición, y para vosotros de salvación. Todo esto viene de Dios. (Filipenses 1, 28)

  • Esto es señal del justo juicio de Dios, en el que seréis declarados dignos del Reino de Dios, por cuya causa padecéis. (II Tesalonicenses 1, 5)

  • Mas si quedáis sin corrección, cosa que todos reciben, señal de que sois bastardos y no hijos . (Hebreos 12, 8)

  • Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; (Apocalipsis 12, 1)


“Desapegue-se daquilo que não é de Deus e não leva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina