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  • El que guarda la Ley controla sus ideas, la meta del temor del Señor es la sabiduría. (Eclesiástico 21, 11)

  • La instrucción de mi boca escuchad, hijos, el que la guarda no caerá en el lazo. (Eclesiástico 23, 7)

  • Hombre que a hombre guarda ira, ¿cómo del Señor espera curación? (Eclesiástico 28, 3)

  • El, que sólo es carne, guarda rencor, ¿quién obtendrá el perdón de sus pecados? (Eclesiástico 28, 5)

  • Quien hace misericordia, presta al prójimo, quien le apoya con su mano, guarda los mandamientos. (Eclesiástico 29, 1)

  • Del consejero guarda tu alma, conoce primero qué necesita - porque en su propio interés dará consejo -, no sea que eche sobre ti la suerte, (Eclesiástico 37, 8)

  • Sino recurre siempre a un hombre piadoso, de quien sabes bien que guarda los mandamientos, cuya alma es según tu alma, y que, si caes, sufrirá contigo. (Eclesiástico 37, 12)

  • Abrid las puertas, y entrará una gente justa que guarda fidelidad; (Isaías 26, 2)

  • En cuanto a los extranjeros adheridos a Yahveh para su ministerio, para amar el nombre de Yahveh, y para ser sus siervos, a todo aquel que guarda el sábado sin profanarle y a los que se mantienen firmes en mi alianza, (Isaías 56, 6)

  • Guarda tu pie de la descalcez y tu garganta de la sed. Pero tú dices: «No hay remedio: a mí me gustan los extranjeros, y tras ellos he de ir.» (Jeremías 2, 25)

  • y les llevé a la Casa de Yahveh, a la cámera de Ben Yojanán, hijo de Yigdalías, hombre de Dios, la cual cámara está al lado de la de los jefes, y encima de la de Maaseías, hijo de Sallum, guarda del umbral, (Jeremías 35, 4)

  • De modo que es mucho mejor ser un rey que ostenda su poder, o un utensilio provechoso en una casa, del cual se sirve su dueño, que no estos falsos dioses; o una puerta en una casa, que guarda cuanto hay dentro de ella, que no estos falsos dioses; o bien un poste de madera en un palacio, que no estos falsos dioses. (Baruc 6, 58)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina