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Nadab y Abihú murieron antes que su padre, sin tener hijos, de modo que ejercieron las funciones sacerdotales Eleazar e Itamar. (I Crónicas 24, 2)
Semaías, hijo de Natanael, escriba, uno de los levitas, los inscribió en presencia del rey y de los jefes, y en presencia del sacerdote Sadoq, de Ajimélek, hijo de Abiatar, y de los jefes de familias sacerdotales y levíticas. Se sacaba a suertes: una vez para Itamar y dos veces para Eleazar. (I Crónicas 24, 6)
También éstos entraron en suerte de la misma manera que sus hermanos, los hijos de Aarón, en presencia del rey David, Sadoq, Ajimélek y los cabezas de familias sacerdotales y los levitas, siendo tradatas las primeras familias igual que las últimas. (I Crónicas 24, 31)
En las ciudades sacerdotales estaban permanentemente bajo sus órdenes Eden, Minyamín, Yesúa, Semaías, Amarías y Sekanías, para repartir a sus hermanos, así grandes como chicos, según sus clases, (II Crónicas 31, 15)
Según sus posibilidades, entregaron al tesoro de la obra 61.000 dracmas de oro, 5.000 minas de plata y 100 túnicas sacerdotales. (Esdras 2, 69)
Al oír esto rasgué mis vestiduras y mi manto, me arranqué los pelos de la cabeza y de la barba, y me senté desolado. (Esdras 9, 3)
A la hora de la oblación de la tarde salí de mi postración y, con las vestiduras y el manto rasgados, caí de rodillas, extendí las manos hacia Yahveh mi Dios, (Esdras 9, 5)
Algunos de los cabezas de familia hicieron ofrendas para la obra. El Gobernador entregó al tesoro mil dracmas de oro, 50 copas y 30 túnicas sacerdotales. (Nehemías 7, 69)
Lo que entregó el resto del pueblo ascendía a 20.000 dracmas de oro, 2.000 minas de plata y 67 túnicas sacerdotales. (Nehemías 7, 71)
En tiempo de Elyasib, Yoyadá, Yojanán y Yaddúa, los cabezas de familias sacerdotales fueron registrados en el libro de las Crónicas, hasta el reinado de Darío el persa. (Nehemías 12, 22)
Dio entonces una gran voz, con gemido y llanto y fuertes alaridos, al tiempo que rasgaba sus vestiduras. (Judit 14, 16)
deben tomarse regias vestiduras que el rey haya vestido, y un caballo que el rey haya montado, y en cuya cabeza se haya puesto una diadema real. (Ester 6, 8)