Found 152 Results for: Cólera

  • Acuérdate de la cólera de los últimos días, del día de la venganza cuando Dios vuelva su rostro. (Eclesiástico 18, 24)

  • No hay veneno peor que el de la serpiente, no hay cólera como la del enemigo. (Eclesiástico 25, 15)

  • Por dos cosas se entristece mi corazón, y una tercera excita mi cólera: un guerrero que sufre miseria, hombre de entendimiento despreciado y quien se convierte de la rectitud al pecado; a éste el Señor le destina a la espada. (Eclesiástico 26, 28)

  • El rencor y la cólera son aborrecibles, el hombre pecador los guarda en su interior. (Eclesiástico 27, 30)

  • El fuego arde según el combustible, y la disputa se propaga según su violencia; la ira de un hombre depende de su fuerza, y su cólera se levantará según su riqueza. (Eclesiástico 28, 10)

  • La envidia y la cólera abrevian los días, y las preocupaciones acarrean una vejez prematura. (Eclesiástico 30, 24)

  • Despierta tu ira y derrama tu cólera, destruye al adversario, tritura al enemigo. (Eclesiástico 36, 6)

  • Hay vientos creados para la venganza, y en su furia refuerzan su azote. A la hora de la cólera desencadenan su violencia y aplacan la ira de su hacedor. (Eclesiástico 39, 28)

  • desde el que lleva púrpura y corona hasta el que se viste de burdo paño están sujetos a cólera, envidia, turbación, terror, temor de la muerte, rivalidades y querellas. (Eclesiástico 40, 4)

  • Noé fue hallado perfecto y justo, en el momento de la cólera aseguró la supervivencia; gracias a él, quedó sobre la tierra un resto cuando se produjo el diluvio. (Eclesiástico 44, 17)

  • Por eso la ira del Señor se ha encendido contra su pueblo, extendió su mano contra él y lo hirió; temblaron los montes; sus cadáveres fueron como carroña en medio de las calles. Con todo, su cólera no ha amainado; su mano aún está extendida. (Isaías 5, 25)

  • Siria a oriente, los filisteos a occidente, que devoran a Israel a boca llena; y con todo no ha amainado su cólera, su brazo aún está extendido. (Isaías 9, 11)


“A caridade é o metro com o qual o Senhor nos julgará.” São Padre Pio de Pietrelcina