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Entonces presentará ofrendas al Señor omnipotente el pueblo espigado y bronceado, el pueblo temido desde siempre, la gente robusta y dominante, cuya tierra está surcada de ríos, en el lugar donde reside el nombre del Señor omnipotente, el monte Sión. (Isaías 18, 7)
Yo haré venir sobre vosotros una nación de muy lejos, oh casa de Israel -dice el Señor-; una nación invencible, una nación muy antigua, una nación cuya lengua desconoces y cuyo hablar no comprendes. (Jeremías 5, 15)
Esto dice el Señor: "A todos mis perversos vecinos, que invaden la heredad cuya posesión di a mi pueblo Israel, yo los arrancaré de su tierra, y de en medio de ellos arrancaré la casa de Judá. (Jeremías 12, 14)
Sin embargo, cambié otra vez de propósito en honor a mi nombre para que no fuese vilipendiado ante las gentes, en cuya presencia los había hecho salir. (Ezequiel 20, 14)
Pero una vez más retiré mi mano y cambié de propósito en honor a mi nombre, para que no fuese vilipendiado ante las gentes, en cuya presencia los había hecho salir. (Ezequiel 20, 22)
Y cuando te pregunten: ¿Por qué gimes?, les dirás: Por una noticia, a cuya llegada se derretirá todo corazón, desmayarán todos los brazos, se consternará todo ánimo y todas las rodillas vacilarán. Ya llega, ya se cumple, dice el Señor Dios". (Ezequiel 21, 12)
para descargarla -mientras tú recibes visiones falsas y se te adivinan presagios mentirosos- sobre el cuello de los viles criminales, cuya hora ha llegado con el fin de sus crímenes! (Ezequiel 21, 34)
Porque esto dice el Señor Dios: ¡Ay de la ciudad sanguinaria, olla toda roñosa, cuya herrumbre no se quita! Vacíala trozo a trozo, sin echar suerte sobre ella, (Ezequiel 24, 6)
en visiones divinas, a la tierra de Israel. Me posó sobre un monte altísimo, en cuya cima parecía que estaba edificada una ciudad mirando al mediodía. (Ezequiel 40, 2)
Sus ventanas, su vestíbulo y sus palmeras tenían las mismas medidas que las del pórtico cuya fachada miraba a oriente. Se subía al pórtico por siete gradas, y su vestíbulo estaba situado hacia el interior. (Ezequiel 40, 22)
Había también una sala, cuya entrada se hallaba en el vestíbulo de los pórticos; allí se lavaban los holocaustos. (Ezequiel 40, 38)
Me llevó al atrio interior. Había dos salas, una al lado del pórtico norte, con su fachada al sur; otra al lado del pórtico sur, cuya fachada da al norte. (Ezequiel 40, 44)