Found 31 Results for: Defensa

  • cuando lo juzguen, que salga condenado, que su propia defensa lo condene; (Salmos 109, 7)

  • Vosotros, hijos míos, tened valor y sed fuertes en la defensa de la ley, porque ella os cubrirá de gloria. (I Macabeos 2, 64)

  • Sobre cada elefante, como defensa, iba montada una torre sólida de madera, bien protegida y sujeta con cinchas; y en cada torre tres hombres valientes, además del indio que lo guiaba. (I Macabeos 6, 37)

  • Dicho esto, se fue. Los sacerdotes, elevando las manos al cielo, suplicaban a quien siempre se había mostrado en defensa de nuestro pueblo, diciendo: (II Macabeos 14, 34)

  • Y el que en cuerpo y alma estaba consagrado a la defensa de sus ciudadanos y había guardado para ellos un ánimo varonil, dio orden de que cortaran la cabeza de Nicanor y su brazo derecho hasta el húmero y los llevaran a Jerusalén. (II Macabeos 15, 30)

  • Tomará por armadura su celo vengador y armará la creación para defensa contra los enemigos. (Sabiduría 5, 17)

  • Porque los que guardan santamente las leyes santas serán santificados; y quienes en ellas fueren instruidos encontrarán una defensa. (Sabiduría 6, 10)

  • Porque esto dice el Señor, Dios de Israel, acerca de las casas de esta ciudad y de las casas de los reyes de Judá que van a ser destruidas. Ellas servirán de muros de defensa y de baluarte (Jeremías 33, 4)

  • He buscado entre ellos un hombre que reparase el muro y se mantuviera en la brecha frente a mí en defensa del país, para que yo no lo devastase, y no lo he encontrado. (Ezequiel 22, 30)

  • Dirás: Voy a subir contra un país sin defensa; caeré sobre sus gentes pacíficas, que viven seguras y habitan todas sin defensas de muros, cerrojos y puertas. (Ezequiel 38, 11)

  • Y ahora prepara tu defensa, hija guerrera; nos cercan con trincheras, con vara hieren la mejilla del juez de Israel. (Miqueas 4, 14)

  • ¿Eres acaso tú mejor que No-Amón, asentada junto al río, rodeada de agua, cuya defensa era el mar y sus muros las aguas? (Nahún 3, 8)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina