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  • Convenía, en efecto, que aquel por quien y para quien todo fue hecho, queriendo llevar a la gloria un gran número de hijos, hiciese perfecto, mediante los sufrimientos, al jefe que debía guiarlos a la salvación. (Hebreos 2, 10)

  • Él, en efecto, ha sido considerado digno de una gloria superior a la de Moisés, en la misma medida en que la dignidad del arquitecto de una casa supera a la casa misma. (Hebreos 3, 3)

  • Así también Cristo no se atribuyó la gloria de constituirse sumo sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. (Hebreos 5, 5)

  • y sobre el arca, los querubines de la gloria cubrían con su sombra el propiciatorio. No es éste el lugar para hablar de todo esto en detalle. (Hebreos 9, 5)

  • fijando nuestra mirada en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien, para obtener la gloria que se le proponía, soportó la cruz, aceptando valientemente la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios. (Hebreos 12, 2)

  • os haga aptos para cumplir su voluntad en toda clase de obras buenas, obrando en vosotros lo que le es agradable a sus ojos por Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. (Hebreos 13, 21)

  • para que la pureza de vuestra fe mucho más preciosa que el oro que aunque acrisolado por el fuego se corrompe aparezca digna de alabanza de gloria y de honor cuando tenga lugar la manifestación de Jesucristo, (I Pedro 1, 7)

  • El Espíritu de Cristo que estaba en ellos les dio a conocer de antemano lo que Cristo tenía que sufrir y la gloria que iba a alcanzar Ellos se esforzaron por investigar cuándo y cómo se iba a realizar eso, (I Pedro 1, 11)

  • los que por él creéis en Dios, el cual habiéndole resucitado de entre los muertos y coronado de gloria viene a ser por lo mismo el objeto de vuestra fe y de vuestra esperanza. (I Pedro 1, 21)

  • pues: Todo mortal es hierba toda su gloria como flor del campo. La hierba se seca, la flor se marchita, (I Pedro 1, 24)

  • el que tenga el don de la palabra, que use de él como el que comunica palabras de Dios; el que presta un servicio que lo haga como mandatario de Dios de manera que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo al cual se debe la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. (I Pedro 4, 11)

  • al contrario, alegraos de participar en los sufrimientos de Cristo, para que, asimismo, os podáis alegrar gozosos el día en que se manifieste su gloria. (I Pedro 4, 13)


“Mesmo a menor transgressão às leis de Deus será levada em conta.” São Padre Pio de Pietrelcina