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  • Los querubines se habían detenido al lado derecho del templo cuando el hombre entró, y la nube llenaba el atrio interior. (Ezequiel 10, 3)

  • Cada sala medía una vara de largo y otra de ancho; la pilastra entre sala y sala era de dos metros y medio, y el umbral del pórtico por el lado de su vestíbulo hasta el interior medía una vara. (Ezequiel 40, 7)

  • Midió el vestíbulo del pórtico hacia el interior: (Ezequiel 40, 8)

  • era de cuatro metros, y sus pilares de un metro. El vestíbulo del pórtico estaba situado hacia el interior. (Ezequiel 40, 9)

  • Sobre las salas y las pilastras por todo alrededor se abrían ventanas enrejadas hacia el interior; igualmente había en torno ventanas que daban al interior del vestíbulo. Sobre las pilastras había palmeras diseñadas. (Ezequiel 40, 16)

  • Midió también la distancia desde la puerta de abajo hasta la puerta del atrio interior: cincuenta metros. (Ezequiel 40, 19)

  • Sus ventanas, su vestíbulo y sus palmeras tenían las mismas medidas que las del pórtico cuya fachada miraba a oriente. Se subía al pórtico por siete gradas, y su vestíbulo estaba situado hacia el interior. (Ezequiel 40, 22)

  • Había un pórtico en el atrio interior frente al pórtico norte, como en el pórtico este. Midió la distancia entre pórtico y pórtico: era de cincuenta metros. (Ezequiel 40, 23)

  • Se subía a él por siete gradas, y su vestíbulo estaba situado hacia el interior. Sus pilastras por ambos lados estaban diseñadas de palmeras. (Ezequiel 40, 26)

  • El atrio interior tenía también un pórtico hacia el sur; midió la distancia entre un pórtico y otro en dirección sur: cincuenta metros. (Ezequiel 40, 27)

  • A continuación me llevó al atrio interior por el pórtico sur. Midió este pórtico que daba al sur: tenía iguales dimensiones que los otros. (Ezequiel 40, 28)

  • Me llevó al atrio interior. Había dos salas, una al lado del pórtico norte, con su fachada al sur; otra al lado del pórtico sur, cuya fachada da al norte. (Ezequiel 40, 44)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina