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  • Que se mueran todos, que bajen vivos al abismo, pues la iniquidad se ha instalado en ellos como en su propia casa. (Salmos 55, 16)

  • Caminaré en presencia del Señor en la tierra de los vivos. (Salmos 116, 9)

  • nos habrían tragado vivos en el fuego de su cólera; (Salmos 124, 3)

  • Después, mientras celebraban el triunfo por la victoria en Jerusalén, quemaron vivos a los que, con Calístenes, habían incendiado las puertas del templo, los cuales se habían escondido en una casita. Así le dieron el pago merecido por su impiedad. (II Macabeos 8, 33)

  • Otros, en tanto, subieron igualmente a la muralla, prendieron fuego a las torres y a las puertas y encendieron hogueras en las que quedaron abrasados vivos los blasfemos; derribaron las puertas, entraron todos los demás y se apoderaron de la ciudad. (II Macabeos 10, 36)

  • como el abismo, traguémoslos vivos; enteros, como los que bajan al sepulcro; (Proverbios 1, 12)

  • Y felicito a los muertos porque ya están muertos, antes que a los vivos que todavía viven. (Eclesiastés 4, 2)

  • pues los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada y ya no reciben salario, porque su recuerdo está en el olvido. (Eclesiastés 9, 5)

  • Todos sin excepción tenían muertos innumerables, heridos por un mismo género de muerte; y los vivos no bastaban para enterrarlos, ya que, en un instante, lo más noble de su linaje había sido destruido. (Sabiduría 18, 12)

  • Cuando ya los cadáveres se amontonaban unos sobre otros, él se interpuso, aplacó la ira y le cortó el camino hacia los vivos. (Sabiduría 18, 23)

  • Porque en el abismo, ¿quién alabará al altísimo? Sólo los vivos pueden alabarlo. (Eclesiástico 17, 27)

  • Y os dirán: Consultad a los espíritus de los adivinos que murmuran y susurran. ¿Un pueblo no debe consultar a sus dioses, y a sus muertos acerca de los vivos (Isaías 8, 19)


“Nunca vá se deitar sem antes examinar a sua consciência sobre o dia que passou. Enderece todos os seus pensamentos a Deus, consagre-lhe todo o seu ser e também todos os seus irmãos. Ofereça à glória de Deus o repouso que você vai iniciar e não esqueça do seu Anjo da Guarda que está sempre com você.” São Padre Pio de Pietrelcina